Limerencia

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El alcohol es el mejor suero de la verdad.

Mientras en el escenario el maestro de ceremonia hablaba, los de abajo: Graduados, familiares, invitados y colados, no prestaban atención realmente. Los más jóvenes tenían sus ojos en sus celulares, los padres mantenían conversaciones en susurros, y no faltaban las señoras que se sienten con el derecho de criticar todo lo que ven.

Naruto ya mero se dormía, su hermano estaba ahí al frente, en las primeras filas ocupadas por jóvenes que vestidos con holgadas togas y adornando sus cabezas con birretes, daban el último paso de sus carreras. En unos cuantos años más, él también tendría que estar al frente, mientras tanto trataría de no dormirse observando el ventilador del techo. Era imposible no pensar que esa cosa podría caerle encima.

Si veía hacia adelante, solo vería espaldas y cabezas. Un poco más adelante y levantando la mirada, el escenario con viejos que sonreían viendo a sus exalumnos. A su izquierda estaban sus padres, muy entretenidos viendo otra vez las fotos que le tomaron a Deidara. A su derecha no conocía a nadie. Si giraba un poco la cabeza hacia atrás, nadie le importaría, pues su vista se agudizaba mientras su ceño se fruncía observando, tal vez al único bastardo que prestaba atención al discurso de despedida del tipo en el escenario, solo para ignorar a todos los que tenía cerca.

Verlo tan sereno y concentrado lo hacía enojar. Sasuke Uchiha casi siempre luce imperturbable. Pero Naruto sabe mejor que nadie cuando es que Sasuke saca las garras.

Pasó un minuto, talvez cuatro o cinco. Vio a Sasuke parpadear al fin y luego hacer mala cara cuando los aplausos iba en aumento. El evento ya se estaba dando por finalizado. Se desconectó de él con todo el movimiento y el ruido. Su pelirroja madre estaba llamándole para otra sesión de fotos con su hermano recién graduado.

—Vamos, Naruto. No te quedes pasmado— su padre le llamaba. Ese rubio y carismático hombre que desbordaba paciencia para lidiar con él, su hermano y su madre.

—Mamá está muy emocionada.

Ambos solo alcanzaron a ver la melena roja alejándose entre la gente para encontrarse con su hijo mayor en un brusco y amoroso abrazo.

—Imagínate cuando te toque a ti.

—Que miedo.

Los dos se rieron. Naruto dejó que su padre avanzara primero. Miró al sitio donde estaba la familia Uchiha. Ya no había nadie, solo las sillas vacías y mucha gente atravesándose en medio.

—¡Naruto!

—¡Ya voy!

No importaba. Con suerte sería la última vez que lo viera. Ya no volverían a coincidir en el mismo sitio, no hasta el regreso a clases del próximo año. Sus hermanos se acaban de graduar, pero ellos debían verse la cara en la universidad. Estudios, peleas, fiestas, problemas, maestros, discusiones, insultos, problemas y más peleas. Entre ellos, cada encuentro indicaba disturbios.

Dejando eso de lado, Naruto sentía que ya se iba a quedar ciego con tanto flash de la cámara de su madre. Ahora se arrepentía de haberle enseñado a usarla.

—Mamá, ya basta— aunque se quejaba, Deidara no dejaba de sonreír. Era su momento y estaba desbordando emoción con su sonrisa.

—Por favor, ya vámonos a casa. Papá, dile algo— no obtuvo nada de su padre. Minato era el primero en saber que no era buena idea cortarle el rollo a Kushina.

¿Del Odio al Amor...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora