Parte I: Prólogo

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Sonic y Goku salvan a Gandalf: Parte I: Prólogo.

Aceleración. Aceleración desmedida, salvaje, por y para sí misma. Un destello azul se abre paso entre la flora. Más y más velocidad, un torbellino de sensaciones agolpándose para quedar atrás en décimas de segundo. Los árboles pierden sus siluetas, difuminados en bosques. Los caminos se convierten en trazos, las rocas en motas vertiginosas y el suelo en polvo. Todo queda atrás.

El ahora no existe, cada instante es la nada, y cada momento es más ínfimo, más rápido, más fugaz. Sólo queda un rastro, el único testigo de la hazaña, un desorden turbulento de tierra, hierba, aire y polvo.

"Hay que ir rápido".

Y la velocidad sigue creciendo. Descontrolada, hace que cada horizonte dé paso al siguiente en centésimas de segundo. El paisaje cambia de color, de textura y de forma, y el camino sigue. Un crescendo lineal, en el que la conciencia se desvanece. Es un trance mental y espacial. El propio sonido ya ha quedado atrás, tronantemente relegado a ser la cola de la estela. Apenas quedan sensaciones, salvo breves imágenes amalgamadas. Y apenas quedan pensamientos. En la mente ya sólo queda una dirección, y esa dirección es "más".

Las formas se convierten en manchas, en continuos difuminados. Los límites entre la realidad se erosionan. Los objetos se pierden, se convierten en conjuntos sin forma. Sólo queda una línea, el horizonte que separa la tierra y el cielo, entre sí resbaladizos, líquidos. Como agua y aceite, informes.

Las milésimas de segundo perecen.

Poco después, los microsegundos también.

Los nanosegundos, los picosegundos, toda la fauna del tiempo queda reducida a su mínima expresión.

La realidad se ha vuelto tricolor: una línea, separando el suelo y el cielo. Nada más.

Sólo queda ir hacia adelante.

Acelerar.

El tiempo parece pararse. No hay color alguno. Un vacío, negro, absoluto. Es el límite de la velocidad, un límite inexplorable, roto.

Pero no es suficiente, la realidad intenta en vano cortarle las alas a la velocidad, y el vacío se abre paso a más vacío, mientras la velocidad aumenta. Y, de repente, el tiempo vuelve a transcurrir, durante un instante inapreciable. Un ínfimo destello rojo rompe el vacío, apreciado por el rabillo del ojo.

Y, entonces, sucede.

Un lugar extraño. Un lugar nuevo.

Sonic y Goku salvan a GandalfWhere stories live. Discover now