Los padres de YoonGi se habían conocido en una cafetería que los dos visitaban a diario, su padre era un hombre que pasaba los treinta años y no había tenido más que matrimonios fallidos. Se dedicaba a pintar y colocar papel tapiz, era un pequeño negocio de herencia en donde había aprendido el oficio que seguiría enseñándole a sus futuros hijos. Su madre era artista dibujaba retratos en lugares públicos y pintaba paisajes clásicos. Una chica de veinticinco que vivía en el piso de una amiga hacia ya algún tiempo, no tenía mucho dinero y tampoco familia, era oriunda de algún pequeño pueblo lejano a la ciudad corazón de Sur Corea, había dejado a su padre después de la muerte de su madre a causa de la vejez.
Al señor Min le atrajo toda la belleza, sensualidad y inexperiencia de aquella joven campesina de sonrosadas mejillas. Claro que conquistar a esa ilusa dama seria cosa de un par de semanas de cortejo, y sin siquiera pasar por una relación de noviazgo, aceptó su oferta de matrimonio. A todos les pareció una relación demasiado rápida -Cuatro miseras semanas- y avisaban al futuro esposo que se estaba casando con una trepadora con una mascara de buena e inocente, que tarde o temprano lo dejaría sin ni un solo céntimo... Aquel hombre obstinado mandaba al diablo toda opinión, después de todo después de haber tenido otras dos esposas pensaba que lo mejor era jamas conocerla a fondo.
El matrimonio Min se instalan juntos en la casa del esposo, y al lado tenían ubicado el negocio del cual vivirían. Él le prometió que no tendría que volver a trabajar haciendo dibujitos en la calle. La mujer se dedicaba a la casa y a su esposo lo hacía feliz lo dócil de esa mujercita, gracias a ese comportamiento de sumisión prosperaban como pareja. A los dos años el útero de la señora Min empezó a albergar a una pequeña criatura que trajo aun más felicidad y unión entre ellos.
Muchos producían los rumores de que las entrañas de esa mujer acunaban a un hijo ajeno al señor Min, en las noches dudaban de la actividad sexual entre ellos, sí, eran chismes dignos de aquel pequeño barrio lleno de malos oídos, ojos y lenguas. Y tantas palabras que revolotean por los aires, imposible que ellos no se enteraran.
Ella flaqueó y confesó, le relató tan explicitamente como se enredaba con otro hombre que la dejaba dominar en todo sentido intimo, jugaban con el sexo, no era solo meterse en la vagina de la mujer y eyacular -Ese era el caso del señor Min- Ese día algo lastimó su orgullo viril, ¡Pero bueno, lo recuperó con lo segundo mejor después del sexo! La golpeó de tal manera que sus gritos, al principio ruidosos pasaron a ser mudos, unos sollozos desgarradores que venían desde sus exhalaciones. A pesar del engaño él no la iba a sacar de su casa, la necesitaba y lo sabía; tampoco se interesó en saber quien era el verdadero padre de aquel parásito en su mujer. La confinó a una pequeña habitación en la parte trasera de la casa, era muy oscura porque solo tenía una pequeña ventana, por allí pasaba un molesto tren que siempre acallaba sus lamentos, la nube de humo que dejaba ocultaba sus lagrimas. Se pasaba los días de su embarazo sentada y recluida en aquel lugar, llena de daños físicos y sin poder irse con su amante. El señor Min la sacaba cuando sus hematomas eran amarillentos y se podían ocultar con facilidad, los vecinos veían crecer la barriga de la que fue alguna vez una joven sonriente y coqueta, ahora parecía que el pesó de su cuerpo la arrastraba, su cara siempre lucia con una melancolía que a cualquiera ponía nervioso.
Aquel hombre intentaba no guardarle rencor a aquel niño que no era el culpable de los pecados de su madre, no quería odiarle. El 9 de marzo, nace un pequeño niño perfecto, nada parecido a su madre, la respuesta simple es que su parecido era con el padre sin identidad. Nacido en el matrimonio adoptó enseguida el apellido Min, Min YoonGi. Las primeras semanas la madre estaba en total cargo de su hijo, mientras que el hombre con el que convivía solo ignoraba la presencia de esa habitación oscura que albergaba a los seres que debían ser su familia, el había planeado todo con aquella sonrosa mujer y al final termino en lo mismo de siempre, en una decepción amorosa. No compartían la mesa, ni la cama, ni siquiera las horas de caminar en la sala de estar y solo escuchaban sus voces cuando él tenía alguna orden de limpieza para que ella llevara a cabo, pasó de ser su supuesta mujer -una sirvienta de manera sublime-, a ser su sirvienta y de cuando en vez su juguete para entrar el pene, cuando el pequeño bebé se dormía, ❝papá❞ hacía acto de presencia y se colaba entre las piernas de mamá, nunca decía nada, ella lo acariciaba y actuaba los mejores gemidos, trataba de llegar a él durante esos cortos lapsos en donde estaban unidos por mas que la carne, por el odio y rencor de ambos hacía el otro. Él no tenía una atracción real hacia ella, tampoco era tan morboso, era cuestión de menos de cinco minutos.
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『Sweet YoonGi』
Fanfiction❝Aquellos ojos que a todos llenaban de tristeza, a él lo llenaron de dulzura.❞