Jueves || Chanbaek

Parte Unica

Baekhyun se mira en el espejo por última vez antes de salir de su casa, lleva puesto unos pantalones de mezclilla un poco entallados, una linda camisa blanca y su suéter rosa favorito encima, viendo la hora de reojo se maldijo a si mismo por haber demorado tanto en arreglarse, agarrando su mochila sale disparado a las calles rogando al mundo por llegar a tiempo a la estación.

por suerte logró llegar con dos minutos de sobra para así poder tomar el tren de las siete, agitado por la carrera que hizo desde su casa, trata de inhalar más oxígeno al mismo tiempo que se acomodaba su negro flequillo y se limpiaba el poco sudor que escurría por su frente no queriendo arruinar su maquillaje.

justo a las siete en punto, el tren llega igual que siempre, sintiendo su corazón bombear más rápido y la sangre acumulándose en sus mejillas, camina hasta la puerta y entrega su boleto al mismo hombre que lo recibe todas las mañanas a la misma hora, saludando con una sonrisa sube y se pierde en el vagón de siempre buscando el mismo asiento en el que viene sentándose desde hace meses.

Si fuera más guapo y un poco más listo
Si fuera especial, si fuera de revista
Tendría el valor de cruzar el vagón
Y preguntarte quién eres.

con el corazón en la mano se posiciona en la esquina contraria en la que se sienta el mismo chico que ha estado observando desde la primera vez que puso un pie en ese lugar, demasiado tímido como para dirigirle una sonrisa, el pequeño se sienta con la mirada agachada y en silencio se encoge en su asiento, mordiéndose el labio su mente comienza a imaginar escenarios en los que se arma de valor, camina hasta sentarse a su lado y preguntarle al chico su nombre, para después confesar que ha estado enamorado desde la primera mirada furtiva que compartieron.

Te sientas en frente y ni te imaginas
Que llevo por ti mis ropas más bonitas.
Y al verte lanzar un bostezo al cristal
Se inundan mis pupilas.

después de un tiempo, Baekhuyn decide alzar la mirada para poder observar a aquel gigante, memoriza lo que lleva puesto ese día, un pants negro y una sudadera color amarillo mostaza, delinea su perfil desde su frente hasta su manzana de Adán con la mirada sin perder detalle de su rostro, como las ojeras que se encuentran debajo de sus chocolates ojos enmarcados por espesas pestañas negras, o sus rosas y quebrados labios que formaban una línea recta, aunque sin duda alguna su parte favorita son esas grandes orejas que lo hacían ver un poco torpe e infantil pero aún así perfecto ante sus ojos.

se fija en como el mayor lanzaba un bostezo de aburrimiento mientras se recargaba en la ventana con los ojos cerrados, haciéndolo sentir patético, el se moría viendo a alguien que probablemente ni siquiera lo reconocía, alguien que era insignificante, sola otra persona con la que compartía el vagón.

sintió sus ojos escocer por las lágrimas que amenazaban con salir.

De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro me hago pequeñito
Y me pongo a temblar.

su tonta esperanza ruega por que aquel chico voltease a verlo aunque sea una sola vez, que viera su esfuerzo en arreglarse por él, por él y por nadie más.
como si le hubiese leído la mente, el desconocido voltea la cara y registra todo el vagón con una expresión neutra y como en una película cliché, el pelirrojo y él cruzan miradas, tan solo puede mantener la mirada por cinco segundos y cuando el chico suspira él piensa que es por que sabe que lo acosa, apenado y roto cierra los ojos tratando de contener las lágrimas, se siente pequeño ante la mirada del mayor y cuando los vuelve a abrir, los ojos del más alto se apartan de los suyos y este siente que tiembla ante la decepción de no poder acercarse y hablar con él, entablar una conversación casual y con suerte el surgir de una amistad.