Play kink •JJK • #1 Mental Games #1 Saga Kink

11 : Tú eres la única que sabe jugar

— Joy coge estos papeles y llévaselos a la señorita Choi ¡Joy! —exclamó mi nombre el profesor Kwon.

— Lo siento señor Kwon, estaba distraída ¿Qué necesita? —pregunté avergonzada por mi falta de atención.

— Necesito que lleves estos papeles a la señorita Choi —habló más calmado.

— Enseguida —me levanté de mi asiento para dirigirme a la mesa del señor Kwon.

Cogí los papeles que había en la mesa, pero mi acto fue interrumpido por las palabras del profesor.

— ¿Joy estás bien? Te encuentro ausente esta última semana.

— Si, estoy bien solo es que últimamente me cuesta coger más el sueño, eso es todo.

— De acuerdo, pero si necesitas cualquier cosa sabes que puedes contar conmigo ¿verdad? —me miró con ternura.

El profesor Kwon era un hombre muy amable, siempre dispuestos a ayudar a todos, sin duda uno de mejores hombres que había conocido.

— Lo sé ¿A dónde tengo que llevar estos papeles?

— A la clase de último curso, 2 B.

En ese momento se me heló la sangre, no había suficientes clases en este maldito instituto que tenía que ir a dejar los papeles en la misma clase que se encontraba Jungkook ¿enserio?

— Enseguida se los llevo —comenté saliendo pálida de mi salón.

En mi cabeza no paraba de repetirse una y otra vez el mensaje que me había enviado anoche, mensaje que por supuesto dejé en visto, lo que significaba que me enfrentaba a otro castigo al llegar a la casa de los Jeon y para colmo estaríamos solos. No sabía que había hecho en la otra vida para merecer esto.

Nerviosa caminaba por los pasillos del instituto hasta encarar la puerta de 2B, respiré hondo e intente tranquilizarme y por nada del mundo intercambiar mirada con Jungkook, porque si lo hacía estaría perdida.

Toqué a la puerta con mis nudillos, hasta que se abrió, dejándome ver a nada más ni nada menos que Jungkook ¿desde cuándo era caballeroso y abría la puerta de clase?

En cuanto lo miré enmudecí, ni siquiera recordaba a que había venido a esta clase, lo único en lo que podía pensar es el la promesa de Jungkook de hacerme gemir y darme los mejores orgasmos de mi vida, sin olvidar el castigo que me esperaba.

Opté por lo más sencillo y lo más común en mi persona: huir.

Me di media vuelta e intenté salir corriendo, pero como siempre que huía cerca de Jungkook, mis actos fueron en vano ya que él sostuvo fuertemente mi muñeca y me metió en el cuarto donde guardan los productos de limpieza.

— ¿Por qué corres? —me preguntó sujetándome aún.

Los papeles que me había dado el señor Kwon habían acabado en el suelo del cuarto donde nos encontrábamos, me sentía incapaz de sostenerlos, creo que ni siquiera era capaz de sostenerme a mi misma.

— Me estás haciendo daño —susurré señalando mi muñeca, la cual soltó de inmediato.

Lo miré asustada me sentía demasiado pequeña en esa habitación con el espacio tan reducido y él delante mía, observándome.

— ¿Por qué corres? —volvió a preguntar.

— No lo sé —contesté sincera, ni siquiera sabía por qué había corrido, estábamos en el colegio rodeados de gente, no es como si fuera a abusar de mi aquí frente a todos.

Ante mi respuesta él sonrió de lado, mostrándome su hermosa dentadura, Jungkook podía ser muy intimidante, pero cuando sonreía parecía un niño pequeño.

Se acercó a mí posicionando ambas manos a las costados de mi cabeza, acorralándome.

— Si me tocas te juro que chillo —amenacé en un acto de desesperación, lo último que me faltaba es que entrara alguien y nos pillara en una situación embarazosa.

— Ya lo creo que vas a chillar, pero no aquí —dijo mirando a nuestro alrededor—. Tengo mucho planes para esta semana, planes que te incluyen a ti, en mi cama.

Me sonroje de inmediato y me aparte de su mirada.

— Por cierto, ya he pensado en el castigo de esta tarde, ya sabes, por dejarme en visto —comentó en tono divertido.

A mi mente se me vinieron las imágenes de los múltiples castigos que se le podrían ocurrir a Jungkook, ninguno que fuera de mi agrado.

— No, no quiero que me castigues —hablé suplicante.

— Entonces contéstame a los mensajes que te envío.

— No es mi culpa que no sepa que decir —me defendí.

— Tampoco es mi culpa dejarte sin palabras.

Nos quedamos callados unos segundos mirándonos, hasta que se me ocurrió preguntar.

— ¿Por qué eres así conmigo? —necesitaba hallar respuestas para las millones de preguntas que tenía en mi cabeza—. Hay millones de chicas que estarían encantadas de jugar contigo.

Él volvió a sonreír de lado.

— Ninguna de esas chicas sabe jugar como a mi me gusta —confesó clavando su mirada en mi, poniéndome más nerviosa.

— ¿A qué te refieres? —pregunté igual de extrañada que siempre ¿este hombre no sabía dar respuestas claras?

— A que tú eres la única chica que conozco que sabe jugar bien.

— ¿Jugar bien? Ni siquiera se jugar a este estúpido juego en el que me has obligado a ser participante —dije un poco irritada.

— Claro que sabes cómo jugar, solo que estás tan ciega que no lo ves —aquello le divertía, sus ojos me lo decían—. Esta tarde te quiero puntual en mi casa, les he dado el día libre a Shin y a Iseul, así que tenemos la casa libre para nosotros solos.

Tragué duro al escuchar sus palabras.

— Si se te ocurre no venir o llegar tan solo un minuto tarde, iré a tu casa y le diré a tu querida madre lo que haces por las tardes ¿Lo has entendido? —advirtió esta vez más serio.

Bajé mi mirada y asentí.

Jungkook se agachó a recoger todos los papeles que se me habían caído, yo por mi parte ni siquiera podía moverme.

— ¿A dónde tienes que llevar esto? —formuló ya con todos los papeles en sus manos.

— A la señorita Choi —susurré.

Acto seguido Jungkook se marchó con los papeles sin ni siquiera mirarme.

Me dejé caer en el suelo y comencé a llorar, tenía demasiada presión en mi ahora mismo.

¿Qué debía hacer? ¿Arruinar mi futuro dejando mis estudios por que mis padres no pueden costeárselo? O ¿Dejar que Jeon Jungkook haga con mi cuerpo lo que le plazca durante una semana entera?

Estaba hecha un lío, y de lo único que tenía ganas era de dormir y despertar cuando todo esto haya acabado.

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