2.Mi único camino, es perderme.

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Me recuesto bajo un árbol, mirando hacia ambos lados para ver por donde seguir. Me toco el rostro, sin saber que hacer. Hace demasiado frío para pasar la noche en la calle, así que debo buscar un lugar público como el gimnasio de la cuidad o la lavandería. ¡La lavandería! Recuerdo pasar las tardes ahí cuando Katherine traía a Jorge a casa, era calentito y acogedor, esta ha unos cuantos kilómetros de aquí, podré pasar la noche sin mayores problemas.

Me pongo mi otra chaqueta, esta es impermeable así evito el resfrió y comprar medicamentos. Tomo un sándwich de mi mochila y un poco de agua, creo que será suficiente como cena, después de todo nunca se me hizo costumbre comer tanto con los poco que teníamos.

Decido tomar un atajo y comienzo a ver otro tipo de gente y sus hogares. Las casas son enormes tanto como mansiones, obviamente aquí viven los ricos. Trato de hacer menos contacto posible con las personas que se me cruzan por el camino, me quedan mirando confundidos, es totalmente evidente que no encajo en entre este grupo de personas, así que comienzo a caminar más rápido lo que me permiten mis piernas.

Elevo la vista, me encuentro con un gran restaurante. Delicia. Miro un poco a través del ventanal, se ve una comida muy refinada con gente muy refinada. Sonrío, me imagino llevando a Julie a este lugar, lo amaría. Entraría con un vestido rosa, su color preferido y pediría un gran pastel de chocolate. Por otra parte, mi abuela estaría muy elegante, como se decía vestir cuando joven. Llevaría un vestido largo y con mucha clase y perlas, muchas perlas. Y yo, llevaría un simple vestido que tengo en mi mochila, mi abuela me lo dio un día antes de que me fuera a vivir con Katherine, decía que lo usara cuando tuviera suficiente edad, que cuando sea mayor, yo sería alguien por la cual se enorgullezca. Dios, como las extraño, han pasado seis años desde que no las he visto y aún no lo supero.

Meneo mi cabeza, no había notado que he quedado por varios minutos mirando el ventanal, las personas que se encuentran a frente me miran con preocupación, deben de pensar que estoy loca.

– ¡Oye, chica!¡Estas asustando a mis clientes! – Un chico en esmoquin, sale de una puerta trasera del restaurante. Frunzo el ceño, para luego dar media vuelta y meter ambas manos en mis bolsillo

Siento el ruido de un auto, miro hacia atrás encontrándome con un auto blanco muy moderno, casi nuevo, acercarse y bajar su ventanilla, dejando ver a una señora de mucha clase. Por su imagen, se puede interpretar que es una persona muy adinerada. Su cabello es castaño y en su frente lleva unos lentes de sol. Tiene unos radiantes ojos verdes, su nariz es pequeña y sus labios grandes y carnosos. Me sonríe, para posar uno de sus brazos en la puerta del auto.

–– Hola, puedes decirme donde queda la calle Bb.Jace –– Asentí y apunte hacia la izquierda con mi dedo índice.

––Unas calles más a la izquierda y llegara pronto –– Escucho voces algo distorsionadas debido a las ventanillas del auto, sin embargo doy media vuelta para seguir. Llegaré luego a la lavandería y tengo que llegar rápido antes de que la cierren.

–– ¡Blanca! –– Abro los ojos, sorprendida. ¿Cómo saben mi nombre? Miro sobre mi hombro, viendo a quién le corresponde aquella voz masculina. Me sorprendo inmediatamente verlo. Lo habré visto unas cuatro o cinco veces en la cafetería, es el chico pelirrojo de los muffins de manzana. De todos los años que trabaje ahí él era el único que pedía eso, recuerdo muy bien su rostro, lo podría reconocer a kilómetros. Su rostro es muy similar a chico de su lado, ambos son pelirrojos, pero sus ojos son diferentes, los de él son marrones, un marrón oscuro. Los quedo observado por unos segundos hasta que frunzo el ceño en la busca de una explicación.

––Disculpa pero me parece raro verte por aquí, ¿Estas perdida? –– Me acababan de pedir el nombre de una calle ¿y yo soy la perdida? Niego con cortesía –– Es que sé que no eres de por acá. Supongo que vives hacia el sur –– Apunta hacia el lado contrario de donde voy caminando. Frunzo aún más el ceño. ¿Cómo sabe dónde esta mi hogar? Comienzo a sentir una pequeña contracción en mi estómago. Tengo algo de miedo de que este chico sepa tanto de mí –– ¿Estás segura de que no estás perdida?

Blanca & OwenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora