N u e v e

616 82 234
                                    

¿Hay algo peor qué acompañar a la persona que más odias en el mundo al supermercado?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Hay algo peor qué acompañar a la persona que más odias en el mundo al supermercado?

Sí, consolar a una amiga porque termino con su novio.

En «Wong» sigo a la doña del primer piso en estado zombie. Estamos 3 horas, por lo menos, dando vueltas y vueltas. El carrito está hasta el tope de cosas para el baño, cocina y una bolsa gigantesca de comida de gato. Lo único que me motiva a seguir son las muestras gratis; hasta el momento voy comiendo dos tipos de salchicha, yogurt, queso, atún, pan y otros.

Uhh, caramandungas. Creo que...

Vigilando de cada lado que nadie me observe meto cinco de esos panecillos que me vuelven loca al bolsillo de mi capucha y huyo. Con mi sonrisa de victoria regreso junto a la doña y esta con su paraguas me da un golpe seco en la cabeza.

¿Pero qué...? ¿Tiene ojos en la espalda?

Cuando regresamos a casa me obliga a llevar todas las compras del taxi a su cocina. Ella está sentada frente al televisor viendo a Sandra Plevisani hacer una tarta de manzana, esa mujer fue bendecida con sus manos.

─ Doña ─ la llamo─ ¿Por qué mira programas de cocina si nunca hace nada?

Siento que estoy vengándome hasta que decide abrir su dentadura hacia mí.

─ Por la misma razón que tú miras Harry Potter y no haces magia, muggle estúpida.

Mi cara debe ser un poema porque ella ríe ─ Adiós.

Estoy a punto de llegar a la puerta cuando me llama y dice que espere, se demora un momento y cuando regresa me da una bolsa. Sin revisarla salgo de su casa. En la escalera lo abro y veo su contenido. Son productos básicos para sobrevivir mientras mi madre, la que debería de preocuparse de hacer estas compras, está de lo lindo viajando con quién sabe quién.

Está dinámica entre la doña del primer piso y yo es desde siempre. Siendo sincera, sin ella, yo no seguiría viva. Ella prácticamente me crió. Cuando regresaba de casa de Marcelo era ella la que me cuidaba. Nunca nos llevamos bien, siempre fue osca conmigo, pero nunca me falto algo de comer cuando estaba a su cuidado. Hasta ahora, cuando mamá no está ─ósea, la mayoría del tiempo─ es costumbre que me de este tipo de cosas.

Estoy por disfrutar completamente mi sábado cuando la canción «Barbie Girl» suena desde mi celular. Contesto con los ojos cerrados, la serie que estoy viendo es muy lenta y he estado luchando por no dormirme.

─ Espero que estés en el hospital muriéndote porque estaba a punto de dormir ─ Estoy casi segura que fue lo que dije.

─ Deja de balbucear, idiota. ─ ¿Me dijo qué deje de putear? ─ Termine con Alex....

─ ¿Y desde cuándo es eso un motivo de llamada?

─ Esta vez sabes la razón, no sé si... ─ Marthu alza la voz─ Luciana Francisca de Pierola Romero, despierta de una puta vez. Estoy en tu casa en 5 minutos, sino estás despierta le enviaré a Enrique la carta que hiciste a los 11 años cuando querías declarártele.

Black&YellowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora