Equívoco es mi rostro, condenado
a proteger con risas cuanto siento.
Mi piel hace sospecha de que miento,
tan sincero en papel y emocionado.
Tanto verso me sirve de abogado
que sin ellos parece que me ausento.
Tanto silencio escrito, tanto intento
por entregarme y nunca soy tomado.
Entre un silencio y otro voy y vengo
y me arrojo al papel como de almenas
para llegar a mí y a otros humanos.
La cara de barrotes llena tengo,
oculta por cerrojos y cadenas,
pero de mí me libro por mis manos.
