AMANDA GRADOS

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Poema a Amanda:

El calor va en grados

se asemeja al paso del tiempo,

a la rotación de las nubes.

y luego a su desaparición.

Tus tiernos y cambiante humores

Van también en grados.

Tal parece Amanda mía

que el amor va de grado en grado

comienza a cero centígrados

y sube y baja como un su-be y ba-ja

como en el que tú y Sam solían estar

lo recuerdas?

A veces sube tanto que tiende a perderse en sí mismo; y retorna. En otras ocasiones baja tanto que tiende a desaparecer, pero siempre vuelve con cambios, como tu humor pequeña Amanda.

Tu humor de segundo a segundo de hora en hora, de tus relojes en casa, fallantes y locos.

Pero Amanda ese rostro me dice mucho y me dice apenas nada, ves el reloj? Ya son casi las diez, y seguís estando aquí.

Ahora puedes entender el paso del tiempo, sobre ti, sobre tu sombra y tus propios pasos.

Amanda Grados tu vas de grado en grado fijada en tus espejos, en los grandes y en los pequeños. Tus ojos Amanda son acordes unísonos a tu nariz  y a tu boca, unísonos como el amor de Gardel y Paris aquella chica y aquel chico que se amaban en el parque de en frente.

Recuerdo aun como te colgabas al revés de aquel árbol de frutos rojos, y los mirabas con desdén y luego con recelo con tus brazos cruzados, y los mirabas reír, luego los veías callar, como se daban un beso, se separaban y se volvían a unir. Lo ves? Tú siempre entendiste los grados del amor, y lo acertado y equivoco de tu nombre.

Tu viejo amigo Leonardo Leal.

Cloe. (Narradora):

Amanda leía su poema, nunca nadie le había escrito algo así. Leonardo Leal su gran amigo, había sido quien la vio crecer todo éste tiempo y siempre la quiso como una hermana, Amanda tiene 17 años y Leonardo 34, Leonardo ha sido un solitario desde muy joven, él vende libros con Lorena la dueña de Loren´s book, es tan fresco y elegante, se le ve comúnmente trajeado y oliendo a sándalo, carga un sombrero negro que le regalo Amanda para completar su colección, Leonardo visita a Amanda los días miércoles, aunque a veces solo la mira cuando va al trabajo, Amanda es algo despistada por lo que a veces ni tan siquiera se da cuenta que él la mira.

La mejor amiga de Amanda es Samantha una chica de Lisboa, bueno sus padres eran de allí, pero ella nació en el mismo pueblo que Amanda, Samantha tiene 18 años. Sam y Amanda son tan distintas, es decir Amanda tan atrevida y alocada, así como cambiante y midiéndolo todo y Sam cariñosa y serena, tal vez era su distinción lo que las hacia permanecer juntas, regularmente iban al río a meter los pies en el agua mientras caminaban sobre las piedras o pasaban horas arriba de un árbol de afuera de la casa de Amanda, también se iban a perder juntas en la loma del pueblo mientras se tiraban en el pasto uniendo sus cabezas y cruzando las manos en el pecho mientras miraban el cielo. Un día pintado tal cual, Samantha sintió algo extraño que venía de muy dentro de su cuerpo ella lo describió así:

Amanda tú alguna vez has sentido como si subieras en una rueda de la fortuna,

Claro, claro! Sam pues si ya nos subimos a una aquel día.

Sam: No, no Amanda, déjame decirte que! Es como lo que se siente cuando te subes a una rueda de la fortuna pero sin subirte,

Noo Sam, no lo he sentido, bueno solo si lo recuerdo!

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