EL ENSAYO

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Era miércoles, catorce de marzo, los meses se iban volando.

Amanda estaba vestida con pants y remera, tenía hecha una coleta, e iba llegando al ensayo en el teatro “la moulain” sabía que si aprobaba tendría un trabajo.

Por suerte se quedo con el trabajo, después de todo no era tan difícil, desde pequeña incursiono en teatro, danza y ballet, sentía que estaba hecha para eso. En esa misma tarde se quedo a trabajar, le dieron el papel de una de las brujas de la historia de Macbeth de William Shakespeare así que ensayaba sus primeras líneas, vestida con una túnica negra y muy maquillada -¿Cuándo volvemos a vernos? ¿Bajo la lluvia, rayo y trueno?-.

Frente a ella estaba Marissa quien interpretaba a la segunda bruja.

(Cuando acaben brega y bronca y haya derrota y victoria) le decía en tono fuerte.

Marissa tenía 28 años era de piel blanca muy pálida. Amanda la describía dulce como la miel. Muy pronto se hicieron amigas pero Amanda descubrió algo más, que por un azar del destino, una negligencia de la vida, una trampa del amor, se sentía atraída por Marissa quien era mayor que ella por diez años, así Amanda encontró cada día un motivo para volver al teatro, extrañaba a Sam y la motivaba seguir en el ballet, sus dudas le asaltaban, es decir no sabía ahora que una chica le atraía y si tal atracción provenía por Samantha, mientras pensaba si con Sam sentiría lo mismo, o si sólo le pasaba con Marissa, debatida entre la duda desplazó a George, seguían como amigos y él cada vez más a gusto con ella, pero un viernes salió con Marissa, se emborracho, Marissa la beso cuando estaban en el baño y no sólo la beso, la empujo, la metió en un baño y la acarició,

Amanda tomada se dejo admitió en su sentir y en sus adentros que le gusto, ella la siguió besando, después de unos minutos regresaron a la mesa, Marissa les dijo a sus amigos me voy y llevaré a Amanda a casa, todos se despidieron, Marissa la abrazo y llegaron hasta su auto dejo que Amanda se subiera y luego arranco, Amanda la invito a pasar pero Marissa se negó, le puso el reloj a Amanda y se despidió con un beso en los labios.

Al siguiente día, justo a las 8:00 am en punto, Amanda estiro su pierna derecha, y sus brazos en eso se levanto de un salto, vio la luz entrar por su ventana y se dijo así misma –Dios mío, qué hora es- se asomo en su reloj de mesa, -son 8:02 am, en qué demonios andaba pensando, ay! Pero que deliciosa estuvo la borrachera, echo vaho en su mano, por Dios apesto a licor, se puso sus sandalias, ni tan siquiera calentó el agua y se metió a la regadera, en eso se vio en el espejo que estaba en su baño, ¿Dios que es esto? Un chupetón, nooo! Parece mordida, ¿quién me mordió? Ay! Que hice, no puede ser con quien me dormí? No, no, no, yo no me dormí con nadie- se enrollo en su toalla y se dijo a sí misma, -ahorita lo compruebo- olio sus sabanas y no olían a nadie, por suerte, -me salvé no estuve con nadie aquí! Pero y si… ¿quién me vino a dejar?- En eso sonó su celular, era Marissa, Hola Amanda, que paso llevamos media hora esperándote, preciosa te deje tu reloj con alarma ¿qué te paso? –lo siento se me hizo tarde, oye te quedaste aquí conmigo- no claro que no Amanda, eso quería pero mejor no, sólo te recosté ¿no te acuerdas de anoche verdad? Amanda le respondió –No, la verdad no, tengo una mordida en el pecho- Marissa echo un par de carcajadas, -claro tontita, te las hice yo, escucha Amanda, hablamos en la salida del ensayo, apúrate, espero no estés muy confundida y lo que paso a noche lo hayas deseado desde antes- Amanda. –Sí, lo desee desde antes, pero aún así estoy confundida, llego en media hora, después hablamos- después colgó.

AMANDA GRADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora