Capítulo 9

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Me dejé caer en el sofá, me sentía agotada. El viaje había sido matador y todo lo que estaba viviendo estaba resultando ser muy intenso. Aún no me había terminado de hacer a la idea que estaba en casa de Daniel y tendría que quedarme a saber cuánto tiempo. Pensé en la facultad, en el tiempo que iba a perder y tendría que recuperar más tarde. Joder, no entraba dentro de mi esquema mental de vida no terminar a tiempo la carrera porque a un idiota le apetecía tener mi compañía, si se sentía solo podía comprarse un perro, o incluso dos.

—Bueno, ya que estamos de presentaciones aún me queda alguien.

Miré a Daniel y a Cristofer con curiosidad, pensé que ya había sido suficiente por hoy pero parecía que aún me deparaban más sorpresas. Mi cuerpo se tensó, esperaba que fuera alguien simpático y no una amistad extraña de Daniel.

—¡¡Brutus!! —chilló Daniel.

El volumen repentino de su voz hizo que me asustara y pegara un bote en el sofá. De repente escuché el sonido de unos pasitos y por la puerta se asomó un bulldog francés con grandes ojos negros.

No pude evitar que me brillaran los ojos, adoraba a los bulldogs, son tan simpáticos y regordetes... al parecer Daniel se sentía más solo de lo que creía.

—Holaa gordito —dije acariciándole la cabeza.

Parecía que le había gustado porque en seguida se acercó más, dando con su patita en mi pantalón, pidiéndome más caricias.

—Serás cabrón...que pronto te vendes.

—Ni siquiera le has dado comida, qué rapidez —dijo Cristofer riéndose.

—Por cierto, ¿qué tenéis pensado hacer conmigo?

—Ahh, no. Yo ahí no me meto, eso es cosa de Daniel.

—Pues te vas a quedar aquí conmigo, en casa -contestó como si fuera la cosa más lógica del mundo.

—¿No me vas a dejar salir en ningún momento?

Estaba alucinando, no me gustaba estar metida entre cuatro paredes y mucho menos largos periodos de tiempo, si se pensaba que me iba a quedar tan tranquila se equivocaba, saldría de ahí como fuera.

—¿Para que te reconozcan y te devuelvan? ¿Para que te escapes? No, gracias.

—Tengo derecho a salir, Daniel, no soy un perro.

—Es mi casa y yo digo si sales o no, se acabó.

—Eso ya lo veremos —farfullé para mis adentros.

—Bueno...creo que yo me voy, así dejo que os matéis con tranquilidad —se despidió Cristofer.

Miré a la puerta con preocupación, no quería que Cristofer se fuera, era mi única salida. Además, si se iba me quedaría a solas con Daniel y era algo que no se me apetecía, sería muy incómodo. No era mi casa y nunca iba a serlo, quería volver a Asturias, a mi hogar.

—No te vayas, llévame a casa —dije angustiada.

—No puedo, Alma.

Sus palabras parecían sinceras, miraba a Daniel con gesto triste como si no estuviera conforme con lo que él hacía pero se resignaba.

—Lo siento —contestó a forma de despedida y cerró la puerta, me había quedado a solas con Daniel.

—Bueno...supongo que prefieres que te enseñe tu nueva habitación, acompáñame.

Le seguí por el pasillo hasta una puerta enfrente del baño y me asomé cuando la abrió Daniel. No pude evitar abrir la boca, era una habitación increíble.

Sombras Partidas #1 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora