Bajé prácticamente corriendo las escaleras y entré a la cocina encontrándome con Elise, mi tía a cargo de mi ya que ninguno de mis padres estaba apto para cuidarme.
-¿Adonde vas tan apurada?- me preguntó Elise con ese tono de madre que a veces se le salía sin querer, ese tono que aunque me gustara me daba melancolía.
-Ya sabes que hoy es domingo- dije arreglándome un poco el cabello
Solo eso le bastó como respuesta y no preguntó más. Es domingo y los domingos sabe que no llego hasta que el horario de visitas de mis padres se haya acabado.
-Sabes que no te puedo reclamar nada porque son tus padres- dijo cautelosamente- pero me da miedo que los visites sola.
-Estoy bien tía, hace ya un año que los visito y no me ha pasado nada. No te preocupes- dije dándole un mordisco a una manzana.
Salí de casa y me dirigí al paradero de buses rogando a que no fuera demasiado tarde y que el bus que me llevaba a mi destino no se hubiera ido. Obviamente mis ruegos fueron en vano. Apenas divisé el paradero vi al bus que necesitaba partiendo para irse. Por más que corrí y grité, el conductor no me escucho-o eso quiero pensar- porque siguió de largo como si yo no existiera. Tendría que irme caminando o a esta hora corriendo si quería ver a mi padre. Caminé y corrí a intervalos hasta que llegué adonde quería.
La prisión
Por suerte los guardias ya me conocían y sabían a quien venía a ver todos los domingos, por lo tanto cuando me vieron me dejaron pasar enseguida.
-Pensé que no vendrías- dijo Sally, la guardia a cargo de mi padre- ya me estaba preocupando por ti.
Sonreí por la preocupación. Sally ha sido lo más cercano a mi madre durante este tiempo. No es que tuviera algún problema con Elise pero ella es mi tía y nunca podrá reemplazar a mi madre por mucho que lo intente y eso lo sabe. Aunque trate de hacer de mamá regañándome o preguntándome como me fue en la escuela, no es lo mismo y nunca lo será. En cambio con Sally aunque no es ni lo más cercano a Sarah, mi madre, me da un aire maternal y eso es algo que nunca me había pasado, solo con mamá. Sally tiene ese instinto de madre que por mucho que mi tía trate de copiarlo, es algo con lo cual se nace.
-Sabes que siempre vengo y las veces que no he venido es por cosas importantes y te aviso.
Entré a la cárcel en la cual estaba mi padre y me dirigí al comedor en donde se realizaban visitas. Ahí divisé a mi padre. Sonreí y lo abracé a lo cual el hizo lo mismo.
Mi papá no era un hombre malo, es solo que se descontroló y no pudo parar. Todavía recuerdo como comenzó a golpear a ese chico, una y otra vez pero a decir verdad, se lo merecía. El chico no sabía lo que estaba pasando y es que estaba totalmente borracho. No se dio cuenta de lo que había pasado hasta que despertó en el hospital y le habían dicho que había atropellado a una mujer y que el esposo lo había golpeado hasta dejarlo inconsciente. Así es, mi madre fue atropellada, lo que la dejó en coma desde ese momento hasta ahora. Mi padre amaba a mi madre con su alma y habría dado lo que fuera por haber sido el quién atropellaron y no a ella.
-¿Cómo estás?- pregunté sonriendo
-Supongo que bien- dijo y luego tosió fuertemente a lo que yo hice una mueca.
-Esa tos no esta bien. Hace ya tres semanas que la tienes y ha ido empeorando. ¿No le has pedido a Sally que fuera a verte un médico? Sabes que no le costaría nada...
-No- me cortó- estoy bien, es solamente una tos que no me quiere dejar en paz. No te preocupes por mi. Ahora quiero saber como le ha ido a la niña mas hermosa de todas.
Reí por lo que había dicho. Ya no era una niña y el lo sabía.
-Sabes que ya no soy una niña, cumpliré 17 en menos de tres semanas
-Para mi siempre serás mi nenita y espero que siga así y no seas la nena de nadie más ¿Entiendes? O tendré que darle una paliza a quién se atreva a acercarse a ti.
-Lo se- reí levemente y le empecé a contar sobre mi semana- Me llamaron de el hospital, mamá está mostrando mejorías. Aún no despierta pero sabes que ella es una mujer fuerte y saldrá adelante.
-Se que lo es- dijo tomándome la mano- eso lo sacaste tu. Cada vez que te veo es como si estuviera viendo a Sarah, eres igual a ella.
Me sujetó mi cara con una mano y yo sonreí. Amaba a mi padre con cada poro, al igual que a mi madre. El hecho que ya no los vea todos los días y los tenga que visitar solo una vez a la semana me mataba, pero lo aceptaba con tal de verlos.
-Ya me tengo que ir- sonreí tristemente- o no alcanzaré a ver a mamá.
-Mándale saludos de mi parte- dijo
-Lo haré
Salí de el comedor y mientras iba divagando en mi mente choqué con algo duro. Un cuerpo. Un prisionero para ser mas específica. Enseguida retrocedí y me disculpé a lo que el gruño. Cuando se dio la vuelta a mirar quien había chocado con él, pude ver que era un chico alto, de cabello oscuro-negro diría yo- , ojos pardo y los brazos llenos de tatuajes. Calculé que tenía como unos 17 o 18 años.
-Muévete- dijo en un gruñido a lo que yo obedecí sin chistar.
Inmediatamente después que se fue, llegó Sally quién me vio en el suelo y sin pensarlo dos veces me ayudó a pararme. Le pregunté quien era ese chico a lo cuál ella me contestó que era un nuevo egresado. Tiene peor reputación que muchos que llevan años aquí. Lo que más me repitió fue que me mantuviera alejada de el. Como si me enamorará de el.
Salí de la cárcel y me fui al hospital a ver a mi madre, la vi y estaba como siempre. Llena de tubos y conectada a esa horrible maquina que la mantenía con vida. Extrañaba a mi madre, esa que irradiaba alegría, que cantaba todo el día, que nunca se enojaba, que era dulce. Extrañaba a mamá y no importa cuantas veces quisiera que despertaba siempre era lo mismo, nunca lo hacía.
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"Suya" Cada domingo
Teen Fiction¿Que pasaría si te encerraran en la cárcel por un delito que tu no cometiste y nadie te cree? Alexander, un chico de 17 años fue arrestado por un delito del cual el no se acuerda que hizo, tal vez porque nunca lo hizo o puede ser que estaba bajo lo...