Kayn El segador Sombrio

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Shieda Kayn, un practicante sin igual de la letal magia sombría, lucha para alcanzar su verdadero destino: conducir la Orden de la Sombra hacia una nueva era de supremacía joniana. Audazmente esgrime el arma darkin viva Rhaast, inmutable ante la progresiva corrupción de su cuerpo y su mente. Solo hay dos resultados posibles: o Kayn somete el arma a su voluntad... o la cuchilla malévola lo consume por completo, para dar lugar a la destrucción de Runaterra.

Noxiano de nacimiento, Kayn y otros como él fueron reclutados como niños soldados, una práctica cruel utilizada solo por los comandantes más retorcidos del imperio. La compasión de Jonia era una debilidad a explotar, sus guerreros dudarían antes de abatir a un presunto inocente. Por lo tanto, apenas capaz de levantar la espada que le había sido otorgada, el primer día de Kayn en la batalla debía ser su último.

Las fuerzas noxianas desembarcaron en la boca del río Epool. Kayn y los demás conformaban una vanguardia renuente y se enfrentaban a bandas desorganizadas de habitantes que defendían su hogar de los conocidos invasores. Mientras sus jóvenes compañeros eran abatidos o huían del campo de batalla, Kayn no demostró temor. Dejó caer su pesada espada y recogió una hoz caída para enfrentarse a los sorprendidos jonianos mientras los noxianos arrasaban desde el costado.

La masacre fue abrumadora. Granjeros, cazadores, incluso algunos vastaya, todos fueron descuartizados sin ceremonia.

Dos días después, una vez que la historia se esparció por los territorios sureños, la Orden de la Sombra llegó hasta esta macabra escena. Su líder, Zed, sabía que esta área no tenía importancia táctica. La masacre era un mensaje. Noxus no mostraría misericordia.

Un titilante destello de acero capturó su mirada. Un chico de no más de diez años yacía en el barro, elevando su hoz rota hacia el maestro asesino, los nudillos sangrientos casi blancos. Los ojos del chico albergaban un dolor que contradecía su edad y, a pesar de ello, ardían con toda la furia de un guerrero curtido. Su tenacidad no era algo que se podía enseñar. Zed vio en este chico, este sobreviviente noxiano abandonado, un arma que podía rebelarse contra aquellos que lo enviaron ahí a morir. El asesino le tendió una mano y recibió a Kayn en la Orden de la Sombra.

Tradicionalmente, los aprendices pasaban años entrenando con una sola arma de su elección, pero Kayn las dominaba todas, para él eran simples herramientas y él era el arma. Veía la armadura como una carga engorrosa, prefería arroparse en las sombras y matar a sus enemigos con rapidez y sigilo. Estas ágiles ejecuciones infundieron miedo en los corazones de aquellos con la suficiente fortuna para ser perdonados.

A medida que crecía la leyenda de Kayn, también lo hacía su arrogancia. Creía que en verdad un día su poder eclipsaría incluso al de Zed.

Esta soberbia llevó a Kayn a acepar su última prueba: buscar un arma darkin recientemente desenterrada en Noxus e impedir que fuera utilizada en contra de los defensores agotados de Jonia. Aceptó sin dudarlo y sin cuestionar el por qué había sido escogido para esa tarea. En efecto, si bien cualquier otro aprendiz hubiera destruido la guadaña viva conocida como Rhaast, Kayn la tomó para él.

La corrupción se presentó en el momento en que sus dedos se cerraron alrededor del arma y los unió en una lucha fatídica. Rhaast había esperado desde hacía mucho tiempo el huésped perfecto para unirse a sus hermanos darkin y arrasar el mundo, pero Kayn no sería fácil de dominar. Vuelve a Jonia triunfante, convencido de que Zed lo nombrará el nuevo líder de la Orden de la Sombra.

KAYN Y RHAASTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora