En mi cuarto una luna creciente nace, una daga de cuarzo de la cual gotea sangre, es mi pluma y las paredes son mis lienzos, mis manos no son de artista, son las de un cirujano suturando mis heridas.
Mis ojos destilan miradas de agonía, ¿mis labios murmuran poesía o locuras?, escucho grandes sinfonías, y en general estuve ausente en mi mismo cuando mi mejor camino se cerraba, ante las miradas de muchos la única huella en este mundo serán mis palabras, una huella no muy fuerte pues esta se formó en la arena de una playa, en la arena compuesta por la ceniza de mis recuerdos, el mar borrará todo, un mar de dudas, un mar de sangre, un mar de ilusiones y frases que jamás se escribieron.