Yoongi Kindnaped?

Capítulo Único

¡Disfruten de la lectura!

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Era una tarde de invierno, aunque no había nevado, el clima era demasiado frío.

Por suerte, Jin tenía calefacción en su departamento así que disfrutaba de acurrucarse en su sofá con su cobija rosada y esponjosa.

Aunque se moría de hambre, al ser fin de semana no quería mover ni un solo dedo -aparte de que estaba dando su novela-, por eso envió a su vasallo, es decir, a su esposo a comprar.

Además, ese día era el final de su telenovela y por nada del mundo se lo iba a perder.

- Yo… mi corazón late demasiado rápido cuando estás cerca, y no puedo dejar de preocuparme por ti.

Jin chilló al ver que el protagonista estaba por confesarse. No podía con la emoción del momento.

Sin embargo, una llamada en el teléfono de la casa irrumpió el ambiente de tensión. Al principio no iba a contestar, pero era posible que sea su esposo.

- ¿Te olvidaste algo, Ramón?

Lo único que obtuvo de respuesta el leve sonido de una respiración.

- Cochino, no me digas que te estás jalando el ganso en el minimarket - sonrió con picardía - ¿Estás pensando en mí?

- Te estoy observando.

- ¿Estás mirando mi foto? Que atrevido.

- No, eso no. Te estoy observando - recalcó eso último la persona del otro lado de la línea.

Jin frunció el ceño con seriedad - ¿Quién eres? No eres mi Ramón ¿Verdad? Tienes voz de niño…

- ¡Yo no tengo voz de niño!

- Que chillón - Jin se burló.

Escuchó ruidos extraños, golpes, y reclamos en el otro lado de la línea. Aburrido espero a alguien hablara.

Escucho un carraspeo, y supo que iban a hablar - Disculpe ese inconveniente, somos unos secuestradores novatos - habló otra voz.

- ¿Secuestradores? - preguntó Jin confuso - ¿Esos secuestradores que secuestran?

- No, somos unos secuestradores que bailan - dijo sarcásticamente la voz de la otra línea.

Jin sonrió aliviado - Oh, pensé que eran secuestradores de verdad, ya me había asustado.

- ¡Claro que somos secuestradores que secuestran!

- Total, decidanse ¿Secuestran o no? - reclamó Jin molesto.

- ¡Claro que sí! - gritaron exaltados los de la otra línea.

- Oiga, no me griten, a un reina nunca se le grita - le regaño - pídeme perdón.

- ¡Claro que no!

Ahora Jin estaba enojado - PÍDEME PERDÓN - exigió - voy a colgar~

Escuchó un suspiro resignado del otro lado de la línea - Está bien, perdón ¿Feliz?