«La esencia chocolatosa que ella emanaba de su cuerpo era el olor más exquisito y delirante a la merced de mis fosas nasales. Y más cuando ella, a las cuatro de la mañana, me pedía que no me detuviera»
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Desde que le vi por primera vez, supe que conseguirle no sería fácil.
Ella era grácil, una belleza índole comparada con lo que alguna vez hubiese visto. Tenía una melena tan colmada de gozo que casi con verle sabía que cometía un delito. Sus manos eran pulcras, delicadas y agraciadas; el contorno de sus dedos era esbelto e impoluto, una estatua de porcelana ante los mundanos ojos que le rodeaban.
Su cuerpo...
Oh, cielos.
Su cuerpo era como la esfinge de la divinidad mezclada con la más exquisita achocolatada. Era un templo de dioses ante aquel que le mirara, y la gracia elocuente con la que hablaba podía dejar muy bien hasta a mi madre pasmada.
Ella tenía elegancia.
Cualquier dote artístico ante lo idílico y todo ápice mágico ante lo místico. Su voz era tan purificada u embellecida que sentía desde lo más hondo de mi cuerpo que con oírle algo en mí estallaría.
Dios. Era perfecta.
Su esbelta figura abarrotada de dulce anhelo despertaba en mí mis más ávidos deseos. Esos que alguna vez oculté por simple miedo o inconmensurable vergüenza ante lo que el resto pensase. Pero con ella; era definitivamente distinto. Podía bien ser el joven empedernido a la par de sensible y eso sabía que le gustaba en demasía.
Podía distinguirlo en el brillo enriquecido de su mirada.
Y su voz... Era como el canto de los ángeles, como el más dulcineo néctar de deliciosa miel y como el más puro olor a enriquecidas rosas. Y lo había decidido desde el primer momento en que le había visto:
Tenía que conseguirla.
Mis abuelos anhelaban que me comprometiese pronto o buscase con mesura a una hermosura como ella. Y, vaya, jamás creí que semejante monumento artístico aterrizaría de una forma muy cliché en mis brazos. Pensaba que había perdido la guerra ante el querer aquel esbelto modelo pero, me había equivocado de la más vil manera porque; ella era la fruta más divina e indicada para mí, desde un principio.
Su aroma a rocío floral no hacía más que alertar mis sentidos. Incitar al pecado divino de lamer aquel cuello níveo y por primera vez en mi vida; sentir un inmenso e insaciable anhelo.
Pero, a pesar de que ella inundase u embriagase mis más libidinosos deseos; también aguardaba en mi pecho el mayor sinónimo de protección y cuidado. Ese que rebosaba a lo inconmensurable y con ponderada obsesión me provocaban espasmos por sentir su amor, por primera vez desear sentirme querido y por una porción de segundos experimentar lo que significaba amarle, enamorarme perdidamente.
Sin embargo; presentía que cumplir mis deseos ante lo que yo quería me transformarían en un egoísta: en uno que corrompería lo más inofensivo a su vista y en ese que anhelaba con tanto ahínco poder complacer a otros pero, llegaba a pensar que con ella funcionaría. Que me armaría de osadía y le pediría que fuese mía porque; así como ahora me embriagaba de su éxtasis ante lo que lo prohibido y pecaminoso adquiría; muy en el fondo conocía que con sólo esa esencia aromática a delicioso chocolate:
Ella conseguiría dominarme.
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🍫➖23/07/2017.
🍫Continuación del inicio: 18/10/2017.
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Chocolate ⏩ J. JungKook.
Fanfiction«La esencia chocolatosa que ella emanaba de su cuerpo era el olor más exquisito y delirante a la merced de mis fosas nasales. Y más cuando ella, a las cuatro de la mañana, me pedía que no me detuviera» ✨➖Chocola...