Prólogo (N2)

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Desperté a eso de las tres o cuatro de la mañana —tal vez tres y media— me levanté de un salto de la cama y todavía modorro me metí a la regadera con agua helada, tarde cinco minutos en bañarme después salí tan rápido que casi me resbalo, me vestí y luego desayuné un cereal con leche, en una mochila metí varios cambios de ropa y mil quinientos pesos, sin mencionar mi celular. En un folder estaban los boletos de avión.

Agarre mi casco y las llaves de "mi" moto—la pago mi mamá así básicamente era de ella— me salí a la cochera donde en una esquina  estaba mi moto, pues casi toda la cochera estaba el carro de mi mamá, afortunadamente no estaba mi mamá porque si, me hubiera detenido por dos o más horas, me dirigí la casa de mi amigo de hace muchos años, el y yo nos apoyamos "juey", su nombre es Jesús Emmanuel Morales Ruvalcaba, llegue a la casa y estacione la moto alado de la puerta, dejé mi casco en "los cuernos" de la moto y toque en la casa, el me abrió con unas ojeras mounstrosas, habíamos pasado casi toda la noche en una fiesta de despedida que nos organizaron nuestros familiares y amigos.

-wey, no mames, ¿ya viste quiero hora es?

-la hora perfecta para despertarte, alistarse e irnos al aeropuerto

-bueno, deja ponerme "decente" y hacer la pinshi mochila

-ok —subi un escalón y entre a la casa— entonces,  ¿Ya te despediste de todos verdad?

-bueno, estuve platicando con mis gefecitos un buen rato en la noche, incluso me dieron un poco más de dinero del que nosotros habíamos ahorrado.

Habíamos, porque habíamos estado trabajando desde hace un año como esclavos en una fábrica  de corcholatas.
El se metió a su cuarto y después de un rato —diez o quince minutos— salió con ropa deportiva —nosotros, siempre nos poníamos ropa deportiva porque "estábamos preocupados" para hacer "trazo" o mayormente conocido como parkour— mochila en el hombro y celular en mano, desayuno también cereal —pero no con leche— después nos fuimos "a todo gas" al aeropuerto, tardamos como media hora en llegar, un trabajador hablo con mi papá para que después llevarán a mi casa la moto, en fin. El vuelo se retrasó como una o dos horas, hasta que por fin en el alta voz informaron: Pasajeros del vuelo 1423 favor de abordar a la pista 09.
Me levanté, el me miró raro y me siguió, entramos la pista y él parecía niño chiquito porque estaba viendo a los aviones despejar, vimos nuestro avión y abordamos, nuestros asientos eran los 27 A y B.

Nos sentamos y nos quedamos dormidos, luego nos despertamos cuando aterrizamos.
Salimos del avión y nos dirigimos al lugar que habíamos rentado—un apartamento repleto de basura—, al llegar deje a Jesús, el me comentó que había una tienda de muebles cerca de ahí, yo fui, pero no entre, alado había un callejón y estaba un bote de basura, abajo del bote de basura estaban tres colchones, unos casi nuevos y otro completamente echo mierda, con trabajo me los lleve en la espalda y le dije que lavara los colchones, salí del lugar y entre ahora sí a la tienda de muebles, resulta que todo estaba muy caro, entonces vi a un tipo que me estaba haciendo una seña para que fuera.

-Oye amigo, ¿Quieres muebles baratos verdad?

-Si se puede, regalados

-Eres especialista en ser indirecto, ¿Hu?

-Bueno al grano tipo

-Si me ayudas te daré unos muebles, solo tienes que distraer al empleado con cara de culo de por haya —apunto a un tipo que tenía una cara de aburrido que tenía básicamente un letrero en la frente que decía: "odio mi trabajo y mi vida"—

Y efectivamente, lo distraje por unos veinte minutos y luego el tipo me chiflo, me salí del lugar y el estaba recargado en una camioneta de reparticiones, se metió la camioneta y me saco un sillón, una mesa de centro y una silla—¿una puta silla?, ¿Piensa que vivo solo?— bueno, algo es algo pensé. Unos tipos me ayudaron a cargarla y les di cincuenta pesos pal "chesco".

Jesús ya había puesto el lugar más decente, limpiado y barrido, entonces le comenté que no traía almohadas, el salió porque "era su turno", el regreso después de un rato con periódico en el brazo, el lo hojeo un rato e iso varias llamadas, preguntando que si había lugar para dos. Al fin encontró un lugar, un restaurante, no me dijo mucho detalle, pero bueno, estábamos cansados así que no podíamos hacer mucho, el fue el primero en irse a dormir, yo me quedé en la sala tomando un café, viendo en el otro edificio, una persona de ojos de un color peculiar, pero hasta ahorita no estoy seguro, pudo aver sido el cansancio... Esa noche el café me supo amargo

Samayō Kazake Donde viven las historias. Descúbrelo ahora