Depressed

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Pero todo está bien, , todo lo está.

Bajó la cabeza tapando todo indició de que había estado llorando, sus manos temblaban y si no fuera porque se encontraba recostado en una pila probablemente ya estaría en el piso. Si alguien le preguntará como estaba, respondía que solo se sentía cansado, pero él no está agotado, él se encuentra triste. Demasiado triste. Se supone que ahora que logró todo lo que había soñado, debería estar sonriendo y derrochando alegría, sin embargo, todas las noches antes de ir a dormir, si es que podía, empezaba a gimotear hasta terminar sollozando contra la almohada, tratando de no ser escuchado por su compañero de habitación.

Esperó pacientemente a que salieran del baño. Dentro de él solo cepilló sus dientes evitando mirarse al espejo o cualquier cosa que lo reflejará, temía verse y volver a distorsionarse como en ocasiones anteriores le había pasado. Los comentarios afectan, él lo sabía, pero no creía que hasta el punto de verse en espejo y querer llorar, hacerlo porque no sentía lo suficiente. Desearía ser como su hyung, el que siempre sonreía, a pesar que en ocasiones recibía los más asquerosos comentarios, algunas personas solían ser muy crueles y lo peor era cuando él, sin culpa, los escuchaba.

Ocurría todo el tiempo.

Quería sentir los cálidos abrazos de su madre de nuevo, aunque tan solo fuera un segundo, él lo apreciaría siempre. Solo a veces necesitaba estar con su familia, abrazarla y hablar de como estuvo su día, ahora sólo los ve de vez en cuando, y siempre es por poco tiempo. Lloraba cuando recordaba que la última vez que vio a su madre, su salud no era lo mejor, porque no sonreía tanto ni lo abrazó mucho. Metió sus manos en los bolsillos de su pijama, encontrando en ella la única foto que de su familia tenía, cada uno de ellos sonreían mucho. Pequeñas lágrimas cruzaron por su mejilla, tapó su boca sonriendo con tristeza. Es ahora cuando sabe que su madre es una de las personas más preciada que tiene, su mamá es su todo y sabe que perderla detonaría su vida, quizá por eso en algunos momentos no entiende cómo es que algunas personas tratan mal a sus madres, siendo groseros y a veces deseando que estuvieran muertas. No lo entiende.

Los viernes eran sus días menos favoritos, pues sus hyungs siempre querían hacer algo y eso significaba que él debía estar ahí, cuidando de que no hicieran un desastre, pero ése día, él simplemente dijo que, de nuevo, se sentía muy cansado. Todos asintieron, creyendo en su mentira, o eso supuso él cuando lo dejaron ir. Aunque tal vez una persona se dio cuenta de que mentía, lo notó en cómo sus ojos se movían de un lado a otro y de cómo entrelazaba una y otra vez sus manos. Definitivamente el pequeño Chan no estaba bien.

A veces, él quería recibir un 'los has hecho bien', después de haber estado un largo día entrenando, de recibir críticas sobre la forma en que se empeñaba o tan solo cuando ayudaba a los demás, pero casi nunca le agradecían, siempre era 'haz esto o haz aquello'. Sentía que ya no resistiría más, al parecer ese era su destino; irse porque ya no tenía la misma fuerza como para llegar allá, a la cima, porque, a pesar de ser joven, su cuerpo ya estaba un poco desgastado.

Se adentró en su suave cama preparado para dormir y como una costumbre los pensamientos empezaron domar su cabeza, mostrando una y otra vez el odio hacía sí mismo. Un cuerpo entró sigilosamente, no lo notó hasta que sintió un peso en su pies. No se animaba a mirar y tener que explicar la razón de estar llorando, supuso que si se hacía el dormido lo dejaría en paz.

Sin culpa un sollozo escapó de sus labios y de antemano sabía que tenía que hablar.

—No quiero sonar como entrometido —susurró su acompañante, Chan sólo tapó sus ojos—. ¿Hace cuánto te sientes así? No estoy presionando, sino quieres hablar solo dilo y me iré. Pero ten en cuenta que si no sacas por completo, algún las cosas irán peor y explotarás. ¿Quieres que me vaya? —Él no quería hablar, sin embargo no hizo nada, esperando la acción de su hyung—. Entonces, ¿por qué lloras? Yo, de verdad, te he escuchado llorar todas las noches. La primera vez supuse que te dolía algo y le dirías a nuestro líder, así fue hasta que me di cuenta que esto iba más allá que un simple dolor. —Chan lo miró sorprendido, aún así, no se digno a hablar; como un especie de nudo se formaba en su garganta y la carcomía todo lo que intentaba salir de ahí—. Siento no haberte ayudado. Chan, es momento de hablar.

—H-hyung solamente estoy cansado —mintió poniendo la almohada en su cara.

Pero mentiría aun más si decía estaba bien, mentiría si le decía que no ha llorado, y lo haría aún más si le decía que no se extraña a sí mismo, porque sí, él extraña a la persona que solía ser, al Chan que reía todo el tiempo o al que, cuando había problemas dentro de él, llamaba a alguien, donde tenía un hombro para llorar. Solía pensar que se había vuelto un pedazo de mierda.

—No, Chan, yo no soy como nuestros hyungs, sé que estás mal. —acarició los cabellos del pequeño, preguntándose como alguien tan bello podía estar tan roto y mal, como alguien fingía tan bien.

Y el menor explotó, o más bien, habló.

—P-por favor, no me quiero sentir más así. Yo supuse que me sentía bien, realmente pensé que lo estaba. Pero hace unos días, cuando terminamos de ensayar, yo recogía mis cosas y una imagen de mí siendo tonto apareció, una escena en donde yo apuntaba un arma en mi cabeza. Hyung me siento mal. Por favor, haz que esto pare. No creo poder soportarlo más. Ya no quiero llamar a mamá y mentirle diciendo que me siento bien.

>El sentimiento de asco jamás desaparece de mí, todos los días a la hora de despertar, inconscientemente recuerdo que me doy asco, mi cuerpo, mi forma de hablar, la manera en que canto y bailo. Todo en mí me da asco, y yo solo, en ocasiones, quiero acabar con todo esto. Siento que todo hago mal. Y aunque no puedo escapar de la mentira en la que me encerré, sálveme, sácame que estoy siendo castigado por mí mismo. H-hyung soy yo, soy la misma persona de hace unos años, s-sólo estoy...

...Demasiado mal.

Porque él solía pedirle al Dios mismo que lo perdonara por sus pecados.

Él deseaba amarse a sí mismo.

—Los días pasan, las cosas paracen cambiar, pero no, todo siempre es la misma mierda, la noche siempre me aterra.

Estaba totalmente desesperado.

Los sollozos del menor se escuchaban por toda la habitación, Vernon en este punto no sabía que decir ni cómo reaccionar, así que solo atinó a abrazarlo con todas fuerzas y besar una y otra vez su cabeza, hasta hacer que Chan dejará de llorar y le dijera que se sentía, al menos, un poco mejor. El mayor se sintió mal, la culpabilidad emanaba. En lo más profundo de su corazón sentía que él debíar ser castigado de esa forma, Chan tan solo era un niño, delicado y fragil. Lloró porque no pudo proteger a su pequeño.

—Por f-favor ayudame a superar la tristeza dentro de mí... dime que aun hay esperanza para mí.

Porque vio como Chan se derrumbaba en sus brazos y solo pudó ser un espectador, sin tocar ni hablar.

Pero Vernon abrazó tan fuerte y con tanto amor a Chan, que el menor sintió sus piezas rotas a unirse. Su mayor le habló, le habló toda la noche e incluso llegó a cantarle, todo para reemplazar las sonrisas rotas por risas que parecían el canto de los mismos ángeles. Vernon susurró una y mil veces que él era perfecto, porque cuando Chan sonreía no podía parar de mirarle y decirse a sí mismo que lucharía por verla siempre, como en estos momentos lo hacía. Prometió estar con él todas las veces que no soportara el peso en sus hombros y Chan desde su débil y tonto corazón prometió no volver a guardar su dolor, porque sabían que ninguno de los dos soltaría la mano del otro.

—Lo has hecho bien, realmente has trabajado muy bien. Estoy muy orgulloso de ti, Channie.

Porque aunque mintiera, él notó que Chan no estaba cansado, supo que él se sentía triste.

Y quizá no solo triste;  su piel se volvió pálida, sus venas en ocasiones goteaban y respirar se volvió una dificultad.

Era la llamada depresión.

CansadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora