Prólogo

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Estoy esperando en la sala de espera, es un día de visita al médico. Últimamente el hospital se ha vuelto mi casa, hace una semana que me dieron el alta. Mi cuerpo estaba lleno de moratones, heridas y quemaduras pero lo peor no fueron las heridas físicas, sino las psicológicas... El trauma que se ha quedado metido en mi cabeza es difícil de borrar, quisiera tener amnesia para olvidar todos esos horribles recuerdos, pero desgraciadamente mi memoria está perfectamente bien... Y de un momento a otro, me encuentro de nuevo divagando entre todos esos terribles recuerdos de mi pasado. Fue un martes 13 de marzo, la gente supersticiosa suele decir que este día trae mala suerte pero a mí no me importaba, porque yo ese día era la chica más feliz del mundo...Ese día perdí dos cosas muy preciadas para mí: la primera fue mi primer beso, el cual me di con el chico que me gustaba y fue mágico y perfecto, y la segunda cosa fue mi virginidad...y esa desgraciadamente no la perdí con el chico que quería, la perdí con un verdadero monstruo. Él era el típico hombre en el que podías confiar, te daba esa sensación de buen hombre, amable y con un gran corazón cuando la realidad era que por dentro estaba totalmente podrido, se escondía tras una máscara para mostrarnos su lado bueno y así poder engañarnos a todos, especialmente a mí y a mi madre... Cuando mi madre nos anunció a mí y a mi hermana que se iba a casar de nuevo yo estaba muy feliz por ella, mi madre lo pasó muy mal cuando mi padre falleció repentinamente en un accidente de tráfico. Yo casi no lo pude conocer ya que solo tenía 6 años cuando él falleció, pero 6 años son suficientes como para tener bonitos recuerdos juntos. Todo lo contrario de los que tengo con mi padrastro. Cuando él y mi madre se casaron todo fue perfecto, al principio no había ninguna discusión ni pelea, tampoco ninguna agresión, todo era extremadamente perfecto y éramos una familia feliz tanto que incluso llegué a pensar que ese hombre podría ser mi nuevo papá ya que realmente necesitaba una figura paterna y sé que mi hermana también la necesitaba, pero los meses fueron pasando... Y todo cambió, un día mi padrastro llegó borracho a casa y comenzó a discutir con mi madre, lo habían despedido de su trabajo y él lo único que podía hacer era descargar su rabia y frustración pegándole y gritándole a mi madre...

Una semana después, vinieron las disculpas junto a un ramo de rosas rojas, como si eso pudiese ser suficiente para aliviar todo el dolor que le causo a mi madre, pero sorprendentemente eso funcionó... mi madre lo perdonó y puso el ramo de rosas en un jarrón con agua en la cocina, lo que ella no sabía es que esas malditas rosas fueron su perdición, si no las hubiera aceptado, si tan solo le hubiera dicho que no desde ese momento y no lo hubiera perdonado quizás nada de esto hubiera pasado... Yo no estaría en un hospital, ni ella en un centro de rehabilitación para mujeres maltratadas. La noche del 13 de marzo fue la peor de todas, cuando llegué a mi casa después de pasar una tarde perfecta junto al chico que me gustaba, me lo encontré ahí en el sillón en el que siempre se sentaba para emborracharse, ya llevaba unas cuantas copas de más cuando llegué a casa, pero no me imaginaba que en esa misma noche me arrebataría algo tan preciado como lo era mi virginidad. Esa noche me miró como si fuera solo una basura, como si fuera una muñeca con la que se puede jugar para luego tirar. Y eso fue exactamente lo que hizo, me usó y luego me tiró como agua sucia, como si fuera una prostituta... Todavía lo recuerdo con claridad, me empujó contra el sofá mientras yo intentaba deshacerme de su fuerte agarre y gritaba con todas mis fuerzas el nombre de mi madre y mi hermana, algo que fue en vano ya que no se encontraban en casa en ese momento. Aún recuerdo su pordiosera y mezquina risa sabiendo que aunque chillara o pidiera ayuda nadie vendría a mi rescate, el solo se limitó a decir: ¨No sirve de nada que chilles, ellas no vendrán... En vez de chillar gime, ¡Vamos! gime para mí¨. Esas malditas palabras se quedaron pegadas en mi cabeza y aún hoy es difícil borrarlas de mi mente. Se preguntarán como es que acabe en un hospital llena de quemaduras y moratones... Pues bien, después de que fuera violada por mi padrastro decidí irme de mi casa, yo sabía que mi madre ya estaba sufriendo lo suficiente por su culpa y lo único que quise fue no preocuparla más con mis problemas, así que nunca le conté lo que me había hecho su marido. Sin embargo, intenté hacerle ver que él no era un hombre bueno y que debía dejarlo, intenté con todas mis fuerzas que ella se quitará la venda de sus ojos y se diera cuenta de la realidad y trate de convencerla para que se fuera, pero nada de eso funcionó y yo solo decidí rendirme, ya no me quedaban fuerzas para aguantar un día más en esa casa así que me fui. No tenía ningún sitio a donde ir ni donde quedarme por lo tanto, viví como vagabunda en la calle durante mucho tiempo, no tenía techo, ni dinero, ni comida...No tenía absolutamente nada, y vivía (o al menos eso intentaba) del poco dinero que gente amable de la calle me daba. Fue un tiempo realmente duro pero durante todo ese tiempo yo nunca me olvidé de mi madre y mi hermana, cada noche rezaba porque ese maldito monstruo no le hiciera nada a mi madre o a mi hermana. Pero él volvió a hacerle a mi hermana lo que me hizo a mí, y afortunadamente esta vez mi madre se dio cuenta de todo. Por fin mi madre se quitó la venda de los ojos y decidió huir con mi hermana de esa casa, pero esa misma noche mientras mi madre arreglaba la maleta en su cuarto para escaparse con mi hermana, él llegó para impedírselo. La misma noche mi hermana me había ido a buscar para contarme todo lo que ese miserable le había hecho también a ella y todo lo que había pasado, y me había avisado de que a la mañana siguiente ella y mi madre se iban a escapar. En el momento en que llegué a mi casa junto a mi hermana vimos como todo estaba en llamas y entre corriendo para intentar salvar a mi madre, porque honestamente no me importaba nada si mi padrastro moría quemado. Entre mi hermana y yo logramos sacarla con vida de allí, mientras veíamos de lejos como mi casa se quemaba con mi padrastro dentro de ella, o eso al menos era lo que creíamos, él había logrado escapar del incendio, pero no de la cárcel. Después de meses de juicios, lo acusaron de violencia de género (maltrato físico y psicológico), violación sexual e intento de asesinato en primer grado ya que nuestro abogado descubrió que el incendio fue provocado por él mismo para intentar matar a mi madre. Le dieron 30 años en prisión, sin derecho a ninguna visita e inmediatamente después del juicio final fue encarcelado. Sabía que ya por fin ese maldito que nos hizo tanto daño estaba en la cárcel y me sentía aliviada, pero algo en mi interior cambió desde ese día, ya el mal estaba hecho y yo dejé de ser la chica alegre e inocente que solía ser para eventualmente convertirme en una ¨chica fría", completamente vacía de sentimientos. Esta es mi historia...

COLD GIRLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora