Con pasos cansados se dirigía a casa, a ese pequeño apartamento que llamaba hogar. Bakugou Katsuki tenía 18 años, cursaba su último año de preparatoria y trabajaba a medio tiempo en una pequeña tienda de víveres cercano a su hogar. Vivía solo, no podía quejarse de su vida, aunque su madre había fallecido mientras era un bebé y jamás conoció a su padre, logró salir de aquel orfanato y lograr muchas cosas por su cuenta, para él era un gran logro conservar su trabajo y ser el mejor de su clase a pesar de su mal carácter y eso le hacía sentirse bien consigo mismo.
Pero por alguna razón, cada día que entraba a su apartamento después de la larga jornada de estudio y trabajo, Katsuki sentía que algo iba mal. Caminó hasta la cocina para tomar un poco de agua y tratar de quitar esos absurdos sentimientos que le molestaban. Soledad, tristeza, un vacío en su interior. Bufó molesto dejando el vaso con agua a medias, estúpidas emociones. Había vivido toda su vida solo, no entendía por qué debía sentirse así y menos después de tantos años.
Las horas pasaron y su rutina volvió a empezar, se preparó para ir al colegio, pasando por aquella nueva plaza que habían construido, vio con aburrimiento como iba llenándose poco a poco, transeúntes, vendedores ambulantes, uno que otro anunciante, pero lo que llamó su atención fue la persona justo a su derecha. Sentado despreocupadamente sobre la fuente del lugar, un chico de cabello verde alborotado, piel pálida cual porcelana, con una guitarra en mano y una leve sonrisa captaba todos sus sentidos.
Parecía un sueño.
El rubio no podía desviar la mirada, su corazón se aceleró en un instante y su boca se secó. Por un momento no fue consiente de nada, un escenario dónde eran solo ellos dos. Una campanada hizo que Katsuki saliera de su ensoñación, miro a su izquierda arriba justo para ver el reloj del centro de la plaza que daba las 8 campanadas, iba a llegar tarde. Maldijo por lo bajo para empezar a correr rumbo a su instituto.
Mediodía y atardecer, y Katsuki volvía a casa al finalizar su jornada pasando por la misma plaza y viéndolo otra vez allí. En la misma posición, con su guitarra en mano y su cabello alborotado. Tocaba una suave melodía que inundaba sus sentidos, pero lo que más destacaba era aquella voz, la piel del rubio se erizó, como si las notas salientes de aquellos labios le envolvieran con gracia y sutileza. El chico de piel pálida permanecía con sus ojos cerrados, Katsuki imaginó por un instante su color de ojos ¿Serían azules, negros, ámbar o algún otro color extravagante?
La música se detuvo y Bakugou sacudió la cabeza para salir del trance. Ni siquiera espero que el chico le mirara, huyó del lugar sintiéndose loco por quedarse a ver con adoración a un total desconocido.
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Los días avanzaron en ese cálido y extrañamente largo verano. Katsuki pasaba por aquella plaza cada día desde temprano rumbo a su trabajo aprovechando sus vacaciones de verano y regresando al atardecer.
Y él seguía ahí.
Sus clases se reanudaron, el otoño parecía estar retrasado. Katsuki se detuvo a unos metros lejos del peliverde para escuchar la canción. Pestañeó al reconocer la letra, hace tiempo no escuchaba ese tipo de música y no pudo evitar dejar escapar un susurro con la letra de aquella melodía.
―You're impossible to find...
La música se detuvo y el chico dejó de cantar. Katsuki dio un paso atrás por inercia.
―Ah, ¿Te gusta esta banda también?
El rubio estaba sorprendido. Juraba que había hablado muy bajo como para ser escuchado y más a esa distancia. Aunque ese chico permanecía con los ojos cerrados y con la cabeza a otra dirección, Katsuki sabía que esa pregunta era para él, no había nadie más a su alrededor.
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¿Y por qué no?
FanfictionUna plaza, una guitarra, tu voz tenue junto a tus ojos verdosos. El verano, el otoño, el invierno, tu sonrisa y la efímera pregunta: '¿Y por qué no?' Un cuadro que jamás olvidaré... -Katsudeku -AU -One-shot para la segunda edición de la KatsuDeku We...