—Hi... Kou ¿tu cuerpo está bien? —Roberto había dejado una taza con té y un desayuno simple en una mesa al lado de su cama, después de despertarle con un sencillo beso en la frente. Parecía haberse despertado desde hacia mucho.
Hiraga no podría decir si su sonrojo se debía a ser atendido de esa forma tan dulce desde temprano, ser llamado por su nombre o por la pregunta que le hacía el castaño. Tal vez un poco de las tres. No era la primera vez que lo hacían juntos, pero sí la que más tiempo habían durado. Y es que tras dos semanas fuera, sin mucho tiempo para estar juntos, había sido algo inevitable dejarse llevar por la lujuria y el placer.
—No tienes que preocuparte —murmuró viéndole a la cara con una sonrisa. Aunque en cuestión de segundos imágenes más detalladas de lo que hicieron la noche pasada regresaron a su mente.
—¿Pasó algo? —una ligera risa sonó por parte de Roberto—. Incluso tus orejas están rojas ahora —tras decir eso, se sentó en la cama a su lado, y besó tiernamente a Hiraga en los labios—. ¿Qué pensaste?
El joven padre desvió su mirada al ordenador apagado que estaba al extremo contrario de la habitación. Por algún motivo recordó una extraña conversación que había tenido con Lauren sobre las relacione sexuales entre dos hombres. En ese momento se había sentido descubierto, pero era poco posible que su amigo confinado del mundo exterior se enterara del aldo como eso.
—Bueno... ah... anoche me llamaste un súcubo lujuriento y... —Hiraga no comprendía por qué lo estaba diciendo. Tal vez un absurdo temor lo había invadido por darle vueltas a ese absurdo asunto—... quizá sea cierto —murmuró avergonzado.
Roberto se sorprendió por las palabras del otro y pareció sonrojarse un poco al recordar el momento en el que había dicho esas palabras. Se había dejado llevar por el placer lo suficiente como pare decir varias locuras:
—No hay una persona más pura que tú, Hira-Kou...—corrigió—. Eso sólo fue algo que dije sin pensar, y en caso de que fueras un demonio, yo sería algo mucho peor que tú. Nada evitará que continuemos trabajando juntos.
Ambos rieron un poco por las palabras dichas sin motivo alguno. Y después comenzaron a hablar sobre su posible próxima misión. Hiraga se sentía más tranquilo escuchando esas palabras de Roberto, por absurdas que fueran sus motivos iniciales.
Una parte de su mente se preguntaba qué tendría que escribir en la próxima carta que le enviara a Lauren.
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Y después de 84 años... al fin, el final de este fic. ¡Mil disculpas! ¡Y espero lo hayan disfrutado!
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Pidiendo ayuda a Lauren(RobertoxHiraga)(Vatican Kiseki Chosakan)(Yaoi)
FanfictionLauren Di Luca no sólo es un gran y misterioso recopilador de datos del Vaticano, sino que también tiene una buena relación con Hiraga, pues suele ofrecerle su ayuda a éste cuando se lo pide. Aunque en todos sus años de amistad nunca hubiera imagin...