Salidas a la madrugada [Viktuuri]

Parte Única

El sonido débil de la puerta principal siendo cerrada alertaron sus sentidos, se acurrucó aún más en las sábanas fingiendo encontrarse en el mundo de los sueños. Un golpe y un "Ay" le hicieron sonreír con malicia, al igual que el pequeño murmullo de la puerta de la minúscula habitación siendo abierta con mucho cuidado, con el propósito de no despertarlo.

El susurro de la ropa impactando el suelo le puso la piel de gallina, el perfecto testigo de que definitivamente su novio pensaba acostarse a su lado y luego fingir al día siguiente que había pasado allí la noche. Debían ser alrededor de las cuatro de la mañana, o al menos eso marcaban las agujas del reloj hace un rato. El cuerpo grande se acostó a sus espaldas, levantando las blancas sábanas, procediendo a rodearlo con sus brazos y apretando la nariz contra su cabello.

Por un momento tuvo el impulso de darse la vuelta y estrellarle una patada en el estómago para tirarlo de la cama, pero los brazos se apretaron a su alrededor queriendo sentir más de cerca. Resopló al sentir el cambio de respiración en Viktor, demostrando que ya se había quedado completamente dormido; con delicadeza se desprendió del férreo agarre y se levantó de la cama, no queriendo hacer demasiado ruido y despertarlo; le miró unos escasos segundos, aquel rostro tranquilo y claramente cansado, con una media sonrisa y el sonido de sus leves ronquidos solo le hicieron enojar más.

Se alejó de la cama para encaminarse hacia donde estaba la ropa de su novio, arrodillándose para tomar entre sus dedos la camisa blanca de botones y revisarla. Acercó el cuello de la camisa a su nariz, intentando detectar otro perfume que no fuera el suyo, pues estaba seguro que le estaba siendo infiel.

Las últimas semanas Viktor había estado saliendo a las once de la noche mientras Yuuri dormía, demasiado callado, sigiloso y sin decirle a dónde iba, o con quién. Viktor era un hombre atractivo, demasiado diría él. Sabía que podía conseguirse a alguien más y le había hecho prometer que nunca le iba a engañar; pero parece que no fueron más que patrañas que le inventó para poder salir con él.

Bufó.

Sabía que estaba siendo un exagerado, pero cuando sus inseguridades eran su mayor problema desde que era un niño, no podía evitar sentirlo, menos con el novio que se gastaba.

Se habían conocido hacía tres años, cuando Viktor le había atendido un día en la pizzería donde trabajaba de mesero en un restaurant en Barcelona. Ese día Yuuri había decidido tomarse un respiro y poder comer algo que no fueran vegetales. Debía cuidar de su peso si quería seguir trabajando como profesor de ballet en la academia de su amiga, pero él también necesitaba darse unos gustos para no enloquecer; sin embargo, nada lo preparó para toparse con aquellos cerúleos que parecían querer traspasar su piel y devorar su alma. Aún podía recordar cómo el aire había escapado de sus pulmones ante aquel hombre tan apuesto.

Viktor le había sonreído seductoramente y a paso lento se acercó a su mesa. Sin apartar sus ojos le había pedido su orden, la cual Yuuri dejó escapar de su boca con nerviosismo mientras tartamudeaba como idiota; pero él parecía encantado con su tonta timidez y solo le dedicó otra hermosa sonrisa de dientes perfectos y hermosa boca de corazón. Recordó haber comido bajo esa intensa mirada, que parecía amar la forma en que cada rebanada de pizza se deslizaba por sus rosados labios para poder ingerirla.

Cuando terminó, se había acercado para darle la cuenta, no sin antes guiñarle un ojo y alejándose luego. Yuuri no había entendido el porqué de esa acción hasta que, al abrir la carta, un papel con el número de teléfono se deslizó hasta sus muslos; pero nada lo preparó para lo que había escrito allí. El mesero había dejado su nombre y su número de teléfono con una hermosa letra corrida que decía "Llámame". Tragó grueso y se sonrojó hasta las orejas. Asintió al mesero como si su vida dependiera de ello, lo que hizo que soltará una risa que sonó como una sinfonía creada por los ángeles para sus tímpanos.