Capitulo XLV

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                                    CAPITULO FINAL

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Me esforzaba demasiado por seguir respirando, intentando que el aire llegará a mis pulmones y no desplomarme. Me senté en una de las miles bancas del parque, después de haber caminado por una hora entera, me deje caer.

No podía entender nada de lo que estaba pasando en este momento. Era demasiada información solo para un día:

1. Descubrí que mi mamá estaba muerta y que mi mejor amigo me lo había ocultado.
2. Él padre abusivo que tuve desde niña, no era mi verdadero padre. 
3. Mi verdadero padre era un hombre el cual mi madre nunca conoció.
4. Joel me había ocultado parte de mi vida.
5. Mi vida estaba hecha una mierda.

¿Podría empeorar aun más? Las lágrimas seguían cayendo libremente por mis mejillas, sabía que mis ojos en estos momentos deberían estar rojos e inflamados. Pero no importaba. Yo solo deseaba nunca haber venido a Arizona, haberme alejado de la verdadera verdad por más tiempo. No era lo suficientemente fuerte.

Mi vida había estado llena de mentiras desde que nací. En este momento estaba enredada en una red de mentiras que yo no había querido para mí. Y era doloroso. Porque la verdad de las mentiras, es que cuando mientes en el momento, el daño no lo sientes, se siente mucho tiempo después cuando la verdad vence a las mentiras. Y duele aun más, cuando tú fuiste la que fue engañada.

Me levanté de la banca, y seguí caminando. Era la única manera en la que lograba despejar mi mente por unos pocos segundos. 

¿Estas bien?

Una pequeña, de al parecer, apenas unos seis años, se detuvo enfrente mío. Tomó mi mano con timidez y sonrió. Había algo en su sonrisa que me recordaba tanto a mí. 

¡Hey Bubbles! ¿Con quien estas hablando?—dijo un pequeño niño apareció por detrás de ella y me evaluó con la mirada.

Eran sus ojos, el niño tenía los mismos ojos color café  de Joel, su misma sonrisa, y me hacía sentir segura de alguna extraña manera. Ambos niños se miraron, y compartieron una tímida sonrisa. La niña apretó mi mano y sonrió de oreja a oreja. El vestido que ella llevaba puesto me llamó la atención, cuando era niña mi mamá me había regalado uno por navidad, esa misma noche lo había manchado con soda, mancha que nunca desapareció. Una mancha de soda se encontraba en medio del vestido.

Debía ser solo una coincidencia, ¿verdad? La loca idea que tenía en la cabeza no podía ser verdad. Dicen que compienzas a ver parte de tu pasado cuando te ves al borde de la muerte, ¿Qué demonios estaba pasando conmigo?

¿Quién eres tú?—pregunté mareada. ¿Por qué todo estaba dando vueltas en mi cabeza?

Mi nombre es ________. Igual que el tuyo. —respondió la pequeña.

No entiendo. —un fuerte dolor se apodero de mi cabeza. —Necesitó…respirar.

Me alejé de los niños, caminando hacia el otro lado de la calle. 

¡Cuidado!—gritó la niña. Voltee para ver a que se refería. Pero todo se volvió tan confuso y borroso. De momento a otro estaba tendida en el suelo, pude escuchar como una persona gritó: “Llamen a una ambulancia”. Una respiración. Dos respiraciones. ¿Desde cuando era tan difícil respirar? Trataba de mantener los ojos abiertos, pero los parpados cada vez se hacían más pesados. —Vas a estar bien. —La niña con la que acababa de hablar estaba de cuclillas a mi lado, se acerco a mi frente y depositó un suave y delicado beso. —Te lo prometo.

Red de mentiras {Joel Pimentel Y Tu [ADAPTADA ]}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora