Capítulo 1: Dashia

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Año 1483, Roma.

Todas las mañanas es lo mismo, despierto sin ninguna razón aparente y lo unico que quiero es volver a dormir pero, otra vez esa odiosa voz que escucho todos lo días me llama de nuevo.

¡¡Dashia!!— me grita mi hermana al oído sin consideración.

¿Qué quieres?, son las 6:00 de la mañana, dejame dormir— respondí lo más tranquila que pude y también con un tono sarcástico.

Me disponía a volver a dormir pero ella dice algo que me interesa y que solamente se escucha una vez al año.

Hoy es tu dia, hoy cumples 12 años—

Es algo que a cualquiera le gusta escuchar pero yo siempre trato de no darle importancia a esas cosas, no le veo sentido a que las personas te tiren flores una vez al año, ¿por qué no lo hacen todos los días? Para expresar mis sentimientos, de forma corta le dije a mi hermana:

Y que culpa tengo yo—

Aunque sabía que a ella no se le puede decir tan facil que no y sacó su frase del día.

Venga tía, que tengo algo que mostrarte—

Si ella puede decir oraciones así, pues yo también, le diré una frase que odio, tal vez ella también odie la misma frase.

Joder, que pesada, si es el meteorito que cayó en la montaña, yo paso.

Hace unos días se oyó un fuerte estruendo que emitía el cielo nocturno, todos los vecinos, la comunidad en general salió de sus casas para observar la gran roca envuelta en fuego caer sobre el monte Celio, quemando todos los árboles a su paso junto con una pequeña cabaña rústica de madera, en la que desafortunadamente para mi y afortunadamente para los demás, no había personas dentro de la cabaña. Otra vez la voz odiosa de mi hermana interrumpe mis pensamientos.

Me leíste la mente, vamos a ir ahí— señaló mi hermana— así que apresúrate y ponte algo cómodo para la caminata.

La verdad es que después de repasar los hechos en mi mente, había algo de todo eso que llamaba mi atención.

No quiero ir—

Resalté con el único objetivo de tener algo extra además de un viaje.

En realidad esperaba que dijeras eso, te compraré algo sólo si prometes no quejarte en el camino—

Muy bien, Ja, siempre funciona, creo que pediré alguna joya, siempre he querido una joya en un collar o en una pulsera, me senté en mi cama y le dije.

Quiero algo de la joyería, como un diamante o algo así—

Declaré mirándola a sus ojos de un tono azulado; no me dejo ni un segundo para pensar y me respondió.

No tengo problema con eso, es más, ponte linda y vamos a comprar tu diamante y directo a la montaña—

Dijo mi hermana mientras acariciaba mi cabeza y salió de mi cuarto cerrando la puerta diciendo "te espero afuera"

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