Esa noche que llegaste de sorpresa te interrogó pero no te soltó ni un minuto. Esa misma noche ambos sé hicieron uno. Cada toque que que ambos se daban era una muestra de amor y también lujuria. Llenando ambos la casa de gemidos por cada esquina. El quería asegurarse de que todos los vecinos supieran su nombre.
