Y entonces habrá que decirle al que ama: "Tengo malas noticias para ti. Lo siento, se terminó..."
¿Y ahora? No lo sé. Seguramente duela. Pero te puedo garantizar que no te vas a morir. Si no te aferras no te vas a morir. Si no pretendes retener no te vas a morir... Salvo, que creas y quieras pensar que te vas a morir.
La vivencia normal de una pérdida tiene que ver justamente con animarse a vivir los duelos, con permitirse padecer el dolor como parte del camino. Y digo dolor y no el sufrimiento, porque sufrir es resignarse a quedarse amorosamente apegado a la pena.
Puedes repetirte durante tu duelo "Quiero poder abrir la mano y soltar lo que hoy ya no está, lo que hoy ya no sirve, lo que hoy no es para mí, lo que hoy no me pertenece. No quiero retenerte, no quiero que te quedes conmigo porque yo no te dejo ir. No quiero que hagas nada para quedarte más allá de lo que quieras..."
Si no aprendemos a soltar, si no dejamos ir, si el apego puede más que nosotros y nos quedamos ahí atados, pegados a esos sueños, a esas fantasías, a esas ilusiones, el dolor crecerá sin parar y día a día nuestra tristeza, y nuestro sufrimiento serán los compañeros de ruta, de una ruta hacia la depresión, la falta de incentivo, la falta de vida.
Cuesta soltar aquello que amamos, duele sentir que ya no somos amados pero en ese dolor estamos creciendo y madurando y si aprendemos a soltar estamos dejando atrás una parte de nuestra historia y empezamos a abrirnos a lo diferente, a lo desconocido...
Cuando yo me doy cuenta de que algo ha muerto, de que algo está terminado, ese es un buen momento para soltar. Cuando ya no sirve, cuando ya no cumple, cuando ya no es, es tiempo de soltar.Lo que seguro no voy a hacer, si te amo de verdad, es querer retenerte. Lo que seguro no voy a hacer es tratar de engancharte, si es verdad que te amo. No te atrapo, no te agarro, no me aferro, no te aprisiono.
Dejar ir es aprender, saber que aquello que era es aquello que era y que ya no es más o por lo menos que ya no es lo mismo y nunca más lo será... Y no, no te dejo ir porque no me importes...Te dejo ir porque me importas, pero yo me amo mucho más..."
AB
Cuando consigas decir adiós a alguien o a algo, no te permitas retroceder y pon en práctica esa capacidad que has adquirido para analizar la vida. Lo útil de lo inútil, lo que enriquece de lo que desgasta.
Aferrarnos y no soltar nos desnuda y nos maltrata el alma.
Los "hasta luego" nos llenan de frío intenso o de calor abrasador, nos obligan a vivir prolongando una agonía que nos deteriora hasta límites insospechados y que nos impide ser nosotros mismos.
No atreverse a decir adiós es dejarle la puerta abierta al dolor
permitir que nuestro corazón agonice y dejar que nos suplique y se arrastre ante alguien que no quiere ver, ni oír ni sentir.
Aprender a decir adiós a quien no hizo nada para quedarse la única manera de alcanzar la libertad emocional. Sin embargo, debemos tener muy claro que este es un primer paso hacia un sendero que nunca más debemos de volver a recorrer.
Cultiva relaciones que te hagan crecer
que te alimenten, que no te castiguen y que te acompañen; en definitiva, cultiva aquello que te haga ser feliz y suelta lo que no te enriquece y que te hace daño.
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DECIR ADIOS , TAMBIEN ES CRECER
SpiritualEste Post pudo haberse llamado de otra manera, pero quizás ya era necesario darnos cuenta lo que esta famosa frase de Cerati nos enseña, sí porque nos enseña que cuando decimos adiós, cuando soltamos, cuando nos desprendemos, estamos aprendiendo alg...