Un suspiro duradero se escuchó en el ambiente, mientras la resignación por parte de aquella hada azulina se hacía cada vez más notoria. Se revolvía su salvaje melena una y otra vez con ambas manos, tratando de encontrar una buena solución a su problema.
Estaba sentada en un sillón colgante fuera de su pequeña casa, esperando que los tonos rojizos del atardecer bañaran el cielo para su deleite; el viento rozaba delicadamente su piel nívea y las hojas que caían recientemente de los árboles, adornaban de forma encantadora toda la fachada de su acogedor hogar. Si no fuera por aquel inconveniente que la agobiaba, todo sería una mágica escena pintada para un cuadro sin igual.
Cerró los ojos lentamente y se permitió imaginar a su caballero negro, quien por el momento debía estar ocupado dado la hora que era; ella mejor que nadie lo comprendía y sabía lo importante que el se tomaba su trabajo de medio tiempo; sin embargo aun así lo extrañaba y había ocasiones en las cuales simplemente sentía que no podría aguantar un segundo más sin su presencia.
Volvió a suspirar, tratando de contener el mar de sentimientos que comenzaban a invadirla, pero la tristeza se asomaba por su rosada mejilla, con una fina lágrima que rápidamente ella misma se limpió. Apretó sus puños fuertemente y se aferró a la idea de que muy pronto volvería a estar junto a él, sólo era cuestión de que tuviera paciencia y se concentrara en encontrar el regalo perfecto para él.
De un brinco se paró de donde estaba y comenzó a caminar hasta el prado de flores que cubría todo el umbral. Para ella el poder disfrutar de todo ese mágico lugar resultaba un sueño hecho realidad; siempre al estar ahí parecía una niña pequeña, perdiendose en todo el encanto que desprendía cada rincón de lo que ahora ella sentía que era su hogar.
En sus labios se dibujaba una sonrisilla llena de encanto y dulzura, al mismo tiempo que se agachaba a olisquear traviesamente las flores silvestres de su alrededor.
—¡Perfecto! — concluyó ella, arrancando un manojo de los más hermosos y coloridos brotes que pudo hallar; luego tan divertida de haber encontrado lo que estaba buscando se paró y caminó alegremente hasta el portón de aquella pintoresca cabaña — Estoy segura que el las amará — su delirante risa no se hizo esperar, ahora que se sentía nuevamente llena de vida.
No sería lo mismo verse en aquel mundo de ensueños como en la realidad, pero no tenía mayor importancia; estaba feliz de que pudieran reunirse, todo lo que necesitaba era su calidez y su brazos rodeándola, era lo único en lo que pensaba.
Llegó danzando hasta el pequeño comedor de la casa y segura de lo que estaba por hacer tomó entre sus delicadas manos aquella pócima naranja, trayéndole recuerdos que se clavaban como estacas en su corazón; respiró profundamente y se golpeó las mejillas con ambas manos, no dejaría que nada arruinara aquel momento especial que se avecinaba, mucho menos una pesadilla la cual no podría hacerle más daño.
Respiró profundamente y cogió la nota que hace segundos yacía recargada en aquel diminuto frasco; la desenvolvió con suma lentitud, dejando escapar pequeñas lágrimas, que se hacían destellos antes de poder alcanzar aquel pedazo de papel.
Mamá sonríe, lo que más amo es verte sonreír. Así que este es mi regalo para ambos; se que es el cumpleaños de papá, pero estoy segura que no sabrás que darle, así que me he tomado la molestia de hacerlo yo.
Diviértanse mucho :D Con amor Yui <3
Habiendo leído aquella nota por décima vez, tomó el valor necesario y de un sólo un sorbo se la bebió toda.
Cerró los ojos esperando que algo sucediera, pero ni un sólo toque sintió recorrer su cuerpo, ni una luz empezar a rodearla. Confundida sin saber que pasaba se acercó al espejo más cercano que pudo encontrar. Su sorpresa fue grande al verse tan distinta y a la vez ser totalmente ella.
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Atardecer
FanfictionLa tarde llegó con sus bellos tonos naranjas y Asuna contaba los minutos para volverse a reencontrar. Su corazón inquietó necesitaba su presencia, pues aquel hermoso regalo no podía esperar.✨