Prólogo

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Desperté una madrugada después de un sueño intranquilo.
Algo poco común en mi ya que, por lo general, suelo dormir tranquila y calmada todas las noches de mi aburrida y matutina vida. Después de recuperar la respiración, decidí ir a la cocina por un vaso de agua para humedecer un poco mi seca garganta.
Mi apartamento era colorido en algunas partes, por ejemplo la cocina y la sala de estar, las cuales estaban envueltas en distintos tonos vivos de pintura y muebles cómodos que te suplicaban para que los utilizaras. Era extraño, me dije, ya que, en el sueño no podía distinguirme a mi misma; solo veía lluvia, casas de aspecto antiguo y a un joven. Un joven alto, de contextura masisa, cabello corto y ondulado, era precioso, sin duda, pero más que ello era misterioso, me llamó tanto la atenció que decidí seguirle por las solitarias calles de aquel extraño lugar. A medida que avanzabamos, más nos adentramos en aquella pesadilla, sabía que debía despertarme y parar con aquel condenante sueño. Sin embargo había algo en el joven que hacía que no parara de seguirlo.

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