Una mujer vuelve del supermercado. Lleva dos bolsas pesadas en las manos. Si las suelta, algo de lo que lleva adentro se rompe. No quiere que pase eso porque pagó por esas cosas. Quiere que esas cosas se mantengan intactas. Algunas las va a disfrutar, otras simplemente le son útiles. Las bolsas le resquebrajan las manos. Duele tanto peso. Y duele llevarlo sola.
En el camino a casa intenta pensar en otras cosas, pero el dolor en las manos punza. Se frena. Deja las bolsas en el suelo. Suspira. ¿Está lista para seguir? Duda. Se frota los dedos. Los tiene irritados. Los mira. No puede evitarlo. Piensa que el dolor tiene un atractivo visual. Basta con cortarse un dedo para hacerlo famoso. "Mirá, mirá, me corté..."
Las heridas físicas las exhibimos. Las interiores también.
No me gusta el compromiso. Vamos despacio. No confío en vos. Me pasaron muchas. No es el momento. No sos real. Me gustaría creerte. No voy a cambiar por nadie.
La mujer vuelve a agarrar las bolsas, sigue caminando.
Soltar duele.
¿Y sostener lo insostenible?
- Magalí Tajes.
@Magalitajes en instagram.
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