pet me [NoHyuck]

Acaríciame

Luces grises, brisa violenta; bucles de nubes estrelladas en el cielo sin sentido, manchas oscuras que solo anuncian mal tiempo, uno peor al que ya se vive.

Sabor a muerte.

—Inacabado. — Labios suaves, lisos y rojizos, comisuras ligeramente elevadas en una sonrisa, y una imperfección cerca de una de ellas. Labios suculentos, rotos, golpeados; labios tristes que siguen sonriendo, como si hubiera razón para hacerlo. — Juego inacabado.

HaeChan. Un chico que no hace mucho ha cumplido la mayoría de edad, y con ella ha arrastrado una sombra negra que quiere borrar, sin embargo ésta se ha adherido a él, y la única manera de eliminarla, es muriendo junto a ella.

—Has vuelto. — Musita un JaeHyun serio en la entrada al reclusorio de cambia formas. Sí, HaeChan ha vuelto.

El planeta tierra no estaba preparado para los cambia formas, y cuando se expandieron como un patógeno inacabable, no tuvieron más remedio que adaptarse a ellos, a sus reglas, y a su conducta. Porque no todos los cambia formas son lindos, de corazones inocentes y ojos brillantes, hay algunos sombríos, manchados de rojo, cubiertos de sangre inocente y destinados a pagar. No obstante, al no existir una constitución para los cambia formas, leyes especiales para ellos, para pagar sus crímenes, hay un desequilibrado orden de encierro y liberación.

Un reclusorio de cambia formas es lo más cercano a la justicia para ellos, y eso solo porque ningún recluso de la cárcel se atrevería a compartir celda con un cambia formas de león, o cocodrilo, o quizá, cualquier ser de esa raza. Y por ello, ese reclusorio es lo que divide a los delincuentes semi animales, de la sociedad. ¿Cómo liberarlos? Es simple; el dueño solo necesita ir por su mascota, en caso de tener uno, de lo contrario los cambia formas se pudren en las instalaciones.

No son humanos ni animales, no son algo, son solo la escoria que espera por ser aceptada. Y entre la escoria hay cosas más putrefactas, entre la basura siempre habrá un cadáver en descomposición. Y para HaeChan, ese elemento putrefacto es su perro, Jeno.

—No está completo. — Le contesta al policía. JaeHyun entorna los ojos en dirección a él, a su rostro y por consecuencia, a la comisura de su labio partido, sangrando ligeramente. HaeChan puede sentir la sangre internarse en su boca cuando se relame los labios, siente el sabor metálico, siente la esencia a muerte ahí. Sabor a muerte. — Sigo vivo.

—¿Por qué siempre lo sacas de aquí, HaeChan? — El tono de voz que utiliza JaeHyun es de reprimenda, porque en la mente del policía Jeno es un criminal, Jeno es un cambia formas peligroso que tan solo atrae destrucción a él y a su entorno. Para JaeHyun, el labio partido de HaeChan y los hematomas que se asoman en sus clavículas, ocultas por su camiseta, no son más que obras hechas por Jeno. Y HaeChan es el loco que sigue liberando a su abusador; en ese punto JaeHyun no sabe si temer por lo que Jeno pueda hacer, o lo que HaeChan esté dispuesto a soportar. — ¿No estás cansado de todo esto?

—Inacabado. Su juego está inacabado, y la única pieza que le falta soy yo. — Responde. — Sé que él puede hacerlo mejor. — No está completo si sigo vivo. Quiere decir, pero oculta ese pensamiento muy dentro de él, porque JaeHyun no necesita saber que ha perdido la cordura, JaeHyun no necesita saber que está más demente de lo que Jeno podría.

—Puedes entrar a verlo, si quieres. Por si decides cambiar de opinión. — JaeHyun le da el paso, permite que pase a las instalaciones pues el menor ya conoce la celda en donde siempre encierran a su perro. HaeChan sabe de memoria el camino a él, porque HaeChan es el abusador vestido de víctima.

No va a cambiar de opinión de todas maneras, pero es como una tradición. JaeHyun le permite el ingreso, camina por los pasillos hasta la celda del fondo, esa con los barrotes electrificados como precaución, y se sienta en el piso limpio, mirando el perfil de Jeno, quien siempre lo espera acostado contra la pared, aguardando el segundo en que sus ojos vuelvan a conectarse.