02 | Cometa.

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02 | Cometa.

Sus brillantes ojos verdosos resaltaban en toda aquella opaca oscuridad. El cielo teñido de azul y el anochecer en su mejor puesta; todo resultaba tan perfecto, el mísero escenario era ideal.

Su insomnio pasaba a segundo plano, el simple hecho de observar tal belleza, era suficiente justificativo por su inusual desvelo.

Sonreía, la paz del lugar en conjunto con la hermosura del paisaje, era espectacular. Percibía los sonidos de los grillos en sinfonía con el ruido provocado por las cantoras ranas.

La luna tan grande y pura, que era como la mismísima espectacularidad en todo su fulgor. Era capaz de alumbrar con todo su esplendor, inclusive mayor que el sol.

Sin embargo, su ventana no lograba reflejar toda la preciosidad que transmitía el panorama. Decidida, salió de su habitación, procurando ser lo suficientemente sigilosa como para no despertar a sus demás compañeros.

Dio suaves pisadas, sin producir ningún sonido para su fortuita suerte. Cerró la puerta con sumo cuidado, a pesar de no tener a nadie al lado, temía que el chirrido de ésta hiciese eco en todo el lugar. 

Cumpliendo su misión imposible, se retiró lo más rápido que pudo de la gran edificación. Usando sus indescriptibles habilidades para poder llegar al tan deseado suelo pastoso, percibiendo el cómo éste se clavaba en todo su cuerpo. 

Lo cual, no le molestaba en absoluto. El sentarse en aquel lugar, con la única compañía de aquellas radiantes estrellas adornando todo el cielo.

Perdida en sus pensamientos, cerró sus ojos, dejándose llevar por la delicada brisa que refrescaba su fina piel. Aquella sensación era como una canción de cuna, logrando sin una clara necesidad que poco a poco, quedase dormida.

Para su buena o mala suerte, esto jamás pasó. Ella no logró dormir en aquel incómodo suelo, ni con aquella sinfonía de ranas y grillos tan fascinante que asombraba. 

Todas sus carencias de sueño, se esfumaron en el viento. 

Un sollozo captó su atención, el crujido de su curiosidad se volvió a encender. Restando importancia en el frío que estaba comenzando a aparecer, y en la vestimenta que portaba en dichos momentos.

Ella sólo pensó en descubrir quién lloraba con tanto desconsuelo, con aquella frescura transmitida por el ambiente. 

Sólo meditó el saciar su curiosidad, por lo qué siendo totalmente perspicaz se atrevió a contemplar la figura del abatido.

No mentiría, volver a encontrar a Uraraka Ochako allí, desbordando lágrimas era sumamente satisfactorio. Porque estaba quedando en claro que, ella sentía y callaba en sus frágiles labios demasiadas cosas.

Sonrió, acercándose poco a poco a la chica de cabellera castaña. Miró al frente, percatándose de la excesiva mirada de Uraraka en ella, logrando ponerla nerviosa. 

Se sentó, apoyando su cabeza en sus piernas. Tratando de borrar esa sonrisa extravagante de su rostro, no quería que la persona a la que consideraba su modelo a seguir, la viese de tal manera.

Por lo que, se esforzó en formar una sonrisa más fluida, admirando el aspecto desenfrenado en el qué se encontraba el desastre en persona. 

No le disgustaba sus rotas facciones, al contrario le agradaban. Debido a que, eran lo único verdadero de Ochako; era su cabellera alborotada la que demostraban que ella era imperfecta, eran las lágrimas derramadas que sólo decoraban aún más el rostro de la castaña, ese iris perfectamente opaco dándole una apariencia bastante destruida.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2017 ⏰

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Especial | Tsuchako.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora