Capítulo único

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Él miraba el agua que caía dentro de la amplia bañera y pensaba, pensaba en su futuro, en su pasado, en su presente. Se preguntaba si el frasco de pastillas sería suficiente para él o necesitaba más para poder acabar. Pasaba su mirada del agua de la bañera hacia su cuerpo y después hacia el frasco repetidas veces y volvía a pensar. Se preguntaba si lo que estaba por hacer estaba bien, sintiéndolo cada vez menos correcto pero no tanto como para retractarse.

Su mano se abrió para recibir las pastillas que dejaba caer la otra, movía a las recién recibidas de un lado a otro, jugando con ellas. Se le calleron una, dos, tres de esas enormes pastillas del peculiar color morado al piso por hacer movimientos mas bruscos al moverlas, pero no le importaba, ya nada le importaba.

Los cortes en su cuerpo eran varios y muy dolorosos, casi tan dolorosos como el dolor que sentía su corazón todos los días y que solo se aliviaba a la noche cuando se iba al mundo de los sueños.

Veía los moretones en su anatomía, sentía el amargo sabor de la cerveza en sus papilas gustativas, tocaba los relieves que se formaban en sus muñecas, olía el olor a sangre y alcohol pero aún así no paraba. Él seguía autodestruyendose. Seguía llorando hasta el cansancio. Seguía recordando todo lo que lo estaba llevando a estas decisiones y eso lo estaba matando.

Ya se había dado cuenta de lo fácil y difícil que era su problema para los demás.
Porque era fácil decir que estarían para él. Mirarlo a los ojos mientras agarraban sus lastimadas manos y decirle palabras bonitas. Ignorarlo después de tan íntimo momento y dejarlo de lado con la misma rapidez que usaron para integrarse a su vida.
Pero era difícil estar para él. Curar sus lastimadas manos. Quererlo y comprometerse en serio.
No los odiaba, no los culpaba, no les guardaba rencor, solo había lugar para la tristeza y desilusión.

Porque él no podía odiar a la gente por no quedarse a su lado, por haberle hecho sentir un error ni por alejarse de alguien tan tóxico y destructivo como era. Simplemente vivía con eso.
Pero ya estaba cansado de tener que soportarlo, de tener que callarse, de tener que llorar en silencio y gritar en soledad.

Y por ello, simplemente por ello lo decidió así, dándole fin a su sufrimiento con un baño y unas insignificantes pastillas. Para olvidarse dd todo, para dejar el pasado, presente y futuro. Solamente para soñar, soñar para siempre con un mundo donde es aceptado, amado y respetado. Donde su final no terminaba en muerte y su caballero de brillante armadura existía y lo amaba incondicionalmente. Él quería soñar que era feliz.

Una vez alguien dijo "A veces por querer reparar auna cosa, rompemos otra", no podía estar mas acertado. ¿Por qué? al principio él era alguien amable que se dedicaba a ayudar a los demás, pero había y hay tanta gente rota que el solo había empezado a romperse. A sentir punzadas que con el tiempo fueron aumentando. Ya no quería sentirse roto, ha no quería sentir esas punzadas, ya no quería vivir. Su vida era un constante pésame desde hace mucho tiempo e irse era le mejor opción.

Volvió a arrojar pastillas a su mano para aumentar las posibilidades de muerte, se metió en la bañera después de cerrar la llave del agua y se tomó su pequeña perdición. Y solo espero, sintiendo como sus músculos se relajaban y dejandose llevar por el sueño. Empezando una nueva fantasía en donde un bello chico de ojos pequeños y sonrisa amplia era su principal enfoque, sus hombros eran anchos como su sonrojo y tenía el pelo peinado hacía atrás de un color azabache que lo hacía parecer más blanco. Su vestimenta era simple, consistía en un Jean rasgado, botas de color marrón y remera manga corta, dejando apreciar sus fornidos brazos. Tal vez el chico no tenia una armadura y espada, pero seguía siendo lo que él esperaba y quería.
Estaban a solo unos centímetros de distancia, tan cerca que si estiraba su brazo podía tocarlo sin problema. Acorto la distancia entre los dos cuerpos y ... despertó.

Se encontraba en una habitación completamente blanca, sin casi ningún toque de color. Había un monitor en su derecha y un suero en su izquierda mientras él estaba arriba de una incomoda camilla : estaba en un hospital, vivo. No lo había conseguido, no estaba muerto, no había dejado de sufrir, no estaba con el chico de su sueño.
Miró el techo resignado y enojado, pensando en que si no lo hubieran salvado ahora mismo seguiría con el apuesto chico de ojos pequeños.

Tan distraído se encontraba que no se había dado cuenta de que alguien estaba dentro de lo que sería su habitación por semanas hasta que escucho una voz masculina.

-Lo siento por molestar, pero tengo que venir a presentarme. Soy Im Jaebum, su nuevo psicólogo y amigo - y lo miró, miró al chico de su sueño justo enfrente de él.

Era él, tenía los mismos ojos rasgados, los mismos brazos fornidos, el mismo peinado y color de pelo. Era él, era SU chico y estaba ahí, enfrente suyo tan perfecto como lo estaba minutos atrás en su sueño.

Youngjae no podía dejar de mirarlo al punto que lo incomodaba, pero poco le importaba eso cuando él solo podía pensar que no le importaría que esos fuertes brazos estuvieran en su cintura o que esa sonrisa encantadora fuera dirigida únicamente a él.

-Un gusto, aunque ya sabrá quien soy me presentaré también, soy Choi Youngjae

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2017 ⏰

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