Historias en Colores

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Hoy por la mañana noté que puedo ver el olor de las personas. ¡Así es! Puedo ver el olor de la gente. No lo huelo, pero lo veo. 

Es algo extraño y todavía no lo entiendo. Son las 13:23 Hs y ya pude identificar 6 colores de olores distintos. 

El primer olor que vi fue apenas salí de mi casa.  Me desperté  a las 6:30 Hs con  una gripe tremenda, la nariz tapada, tenía que respirar por la boca. Medio dormido vi a Roberto, el portero de mi edificio. Un viejo de unos 60 y tantos. Robusto, canoso, grandote, del tamaño de un ropero de 2 metros. Su figura podría intimidar a quien no lo conoce, pero era un ser amable y de gran corazón.  Viudo desde hace más de 4 años, vive solo desde entonces acompañado por su atado de cigarros y de su perro Chispita.  Trabaja como portero del edificio desde que era joven. Su esposa se encargaba de la limpieza  y el de la seguridad y los trabajos de plomería y electricidad. Vivian juntos en el departamento del piso 1. Eran una pareja hermosa, siempre lo hacían todo juntos. El vivía por y para ella, ella vivía por y para él. Nunca he visto dos personas que se amen tanto.  Se casaron muy jóvenes, pero nunca tuvieron hijos  ya que su esposa Elisa era infértil. No quisieron adoptar. Eran solo ellos dos hasta que yo les regale un cachorro que había encontrado en la calle. Paso mucho tiempo fuera de casa y no podía encargarme del animal pero tampoco dejarlo en la calle. Se lo ofrecí a ellos   y  aceptaron sin dudarlo. Lo cuidaban como a un hijo. Chispita era el consentido del edificio. Se paseaba por donde quería, los vecinos le daban comida, era  guardián, juguetón y educado. Le habían enseñado algunos trucos que divertían a todos los vecinos.  Hubo una conmoción terrible el día que  Elisa cayó muerta en las escaleras del edificio.  Los ladridos del perro alertaron a Roberto de que algo andaba mal, el sonido que emitía no era normal, era más bien un sollozo. Bajo las escaleras con velocidad para encontrase con la imagen más devastadora que jamás podría haber imaginado. Su esposa yacía en el suelo inerte, con una mano apretándose el pecho y  una mueca horrible de dolor en su cara. Corrió a abrazarla, intento reanimarla pero fue en vano. La calidez de su piel y el brillo de sus ojos se habían perdido para siempre. Roberto se sintió morir con ella. Quedo paralizado abrazado al amor su vida.  Todos los vecinos salieron a ver qué había pasado. Era la escena más triste de una tragedia Shakesperiana. Las vecinas lloraban, otras se desmayaban. Fue un gran golpe, todos la queríamos mucho.  Elisa se llevo consigo al Roberto que todos conocimos, desde ese día casi ni hablaba, se lo veía cabizbajo y con los ojos rojos de haber llorado toda la noche. De todas formas nunca perdió sus ganas de ayudar, es lo único que lo mantenía  vivo. Volviendo al tema, vi al portero como todos los días, pero esta vez note que tenía  un halo alrededor suyo, como una niebla que lo rodeaba de un color  marrón amarillento.  Quede un poco confundido, pero en el momento no le preste mucha atención. La gripe me estaba matando, estaba un poco dormido todavía, salí apurado porque estaba llegando tarde y no puede desayunar. El combo perfecto para tener una alucinación.  Solo salude a Roberto con un "Buen día" y seguí mi camino.

Caminando por la calle empecé a notar que no solo el portero tenía ese halo de color, sino que había otros colores en otras personas. Entonces pensé que estaba viendo el aura de la gente. Si, estaba viendo su aura. ¡Era una cámara de Kirlian viviente! Pero no era eso, era otra cosa. En todo el camino hacia la oficina no pude dejar de pensar.  Mi nariz seguía tapada, pero sentía que ese marrón amarillento era olor, olor a compañerismo, a madurez, a comprensión, a fidelidad, a respeto… Era olor a Roberto. 

Apenas llegue a la oficina vi a Susana, la recepcionista que estaba hablando por teléfono. Siempre llega primero que nosotros para preparar el café. Era una mujer refinada, delgada, muy agradable y también muy sufrida. Madre soltera de 3 hijos de distintos padres. Un ejemplo de madre y padre a la vez. Quedo embarazada de su primer novio a los 16 años. Ella estaba  muy enamorada de él y el solo quería sexo. La primera vez que hizo el amor con su amado, quedo embarazada. El muy desgraciado la embarazo y desapareció, para aparecer en la cama de su mejor amiga unos meses después pero esa es otra historia. La conservadora familia de Susana, se escandalizó al saber de la situación. - ¿Y qué van a decir los vecinos? ¿Y qué van a pensar los parientes del Norte?  Ni hablar de los perfectos parientes de España, ¡madre soltera adolescente!  ¡Esos sí que se van a hacer un festín con tu metida de pata!- Le decía la madre. - ¡Tiene que abortar Teresa! ¡Es muy joven para tener un hijo! - Decía el padre. Susana, apacible como siempre no se preocupo. Ese era su hijo, y aunque estuviese sola lo iba a criar y a educar y le iba a dar todo su amor. Sus padres terminaron apoyándola, salió adelante por suerte. Pero antes de que el chiquillo cumpla los 3 años, ya estaba esperando a un nuevo hijo de un hombre que según ella era el indicado, al cual conocía hacia un mes y medio. Pero los parientes de España siguieron con el festín que habían degustado unos años antes, ya que el tipo la abandonó alegando que el crío no podía ser de él, que sería de cualquiera de esos  otros  con los que ella se acostaba cuando él no estaba. La pobre Susana, era más fiel que Lassie, los únicos dos hombres con los que había estado le habían dejado un suvenir. Se sentía más fértil que una coneja, temía que un hombre la roce en el colectivo y la embarace. Se prometió a sí misma no volver a tocar a un hombre.  Y así estaba sobreviviendo a duras penas, con un mísero sueldo de mesera con 2 hijos pequeños. Una noche de trabajo uno de los clientes la eclipso con una mirada más que angelical, un trato más que amable y una voz tan hermosa que hacía que su corazón se derrita. La seguía con la mirada hacia cualquier lado al que ella iba y a cada rato hacia algún pedido para que ella se acerque a su mesa y poder coquetearle. Hacía mucho que un hombre no hacía que su entrepierna se estremezca con tan solo mirarla. Casi terminando la jornada se decepciono al ver que el hombre ya no estaba, pero apenas salió a la calle lo vio esperándola afuera. En ese momento se le olvidaron todas las promesas que alguna vez se hizo, y se dejo llevar por la pasión. Fue un amor de una sola noche, pero que 9 meses después trajo a un nuevo niño a la familia. Gracias a un contacto que tenía comenzó a trabajar en la recepción de mi empresa y su calidad de vida mejoró muchísimo. Susana olía a amor, a fuerza, a sacrificio, a pasión, a valentía, a dedicación, ese olor era de color Rojo. La salude efusivamente como todas las mañanas y pase a mi escritorio.

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