021.

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Todo a mi alrededor había dejado de tener sentido hace diez minutos, en los cuales aquella mujer dejó la casa con esa socarrona sonrisa y el perfume de mi padre, estando más que consciente del daño que había hecho. O, más bien, del daño que había estado haciendo.

Mis ojos seguían plantados en el apagado y cansado rostro del hombre frente a mí, con su mirada puesta en la mía reflejando nada más que vergüenza y arrepentimiento. Lo que debería sentir.

El ambiente en la habitación se iba volviendo cada vez más denso, llegando hasta el punto en que no me sentía respirar; las imágenes de su encuentro con la otra mujer seguían repitiéndose en mi cabeza..., ¿por qué había dejado que pasara?

- Daeha... -volvió a articular, por quinta vez, buscando mi atención. Pero por quinta vez, no le respondí.

Su rostro se inclinó hacia abajo y llevó una de sus manos hacia su frente, frotándola. Me quise mantener firme sobre mis zapatos, pero no sabía qué me frustraba más: el hecho de que había pasado, o el hecho de que lo veía venir y aún así no hice nada.

De todos modos, estaba harta de lo mismo.

- Quiero la verdad.

Me sorprendí de mi propio tono de voz, tan fuerte que lo había hecho sobresaltarse, pero aún así quise mantener la inexpresividad en mi rostro, a lo que él respondió cerrando cortamente los ojos y tomando un profundo suspiro.

- No entenderías...

En seguida bufé llevando a cruzar mis brazos sobre mi pecho; negué con la cabeza mientras aún seguía repitiendo lo que había dicho en mi cabeza. La rabia empezaba a surgir.

- ¿Por qué no lo haría? -pregunté con sarcasmo, sintiendo mis dientes rechinar mientras hablaba-. ¿Porque soy joven? -rodé los ojos cuando alzó sus manos hacia mí sacudiéndolas y de inmediato me alejé cuando caminó hacia mí.

La repugnancia dominaba en la mezcla de los sentimientos ocultos que sentía en ese momento.

- Es complicado, Daeha... -balbuceó y volví a bufar ahora descruzando mis brazos y dando la vuelta hacia la ventana de su habitación-. Han sido errores de mi pasado que...

- ¿No obtuviste suficiente de ellos? -lo interrumpí aún con la voz más fuerte que antes, al menos, lo suficiente para ver un poco de intimidación causada por mí-. ¿Tenías que convertirlos también en errores del presente?

Empezaba a sentir como la piel me ardía del cólera y cada vez menos podía respirar: quería gritarle en la cara y poder entender por qué había decidido destruirse de esa manera. Pero no tenía fuerzas, me encontraba, sobre todo, confundida.

- Dímelo, papá -imploré, suavizando mi tono, arrepintiéndome enseguida cuando éste salió a su vez tembloroso, dejando ver el dolor detrás de mí voz.

Cerré los ojos cortamente cuando su rostro se tensó completamente y me preparé a mí misma cuando él se frotó la nuca con la palma de su mano, dudando, para luego caminar hacia la mesita de noche a un lado de su desorganizada cama.

Mi nariz se arrugó, pensando en lo sucedido y en vez de rabia, ahora un nudo de formó en mi garganta, pensando en mamá. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por confusión y pánico cuando me pasó un sobre naranja con varios papeles dentro.

Dudé en tomarlo, observando su rendido rostro lleno de cosas inexplicables, pero fue como si mi mano hubiese tenido control sobre sí misma y lo tomé con rapidez.

En cuanto leí el título pude sentir mis dientes rechinar, los ojos se me nublaron de impotencia y fue como si hubiese estado viviendo en una realidad paralela todo este tiempo y me hubiesen traído a rastras a la realidad que todos estaban viviendo. Menos yo.

DIRTY | MIN YOON GI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora