U N O

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CAPITULO 1:

LOS WINCHESTER

Hay puntos en la vida que
ya no se pueden deshacer.
Un segundo después, simplemente
ya no eres el mismo de antes,
ni lo serás jamás.
_______________

Dos semanas habían pasado. Exactamente catorce días sin saber absolutamente nada de su padre desde que se había ido de caza. Sarah no era tonta, sabía lo que eso significaba, sin llamadas, sin ningún mensaje, la absoluta nada.

Su padre estaba en problemas en el mejor de los casos, en el peor: estaría muerto. Sacudió la cabeza y alejó aquel pensamiento. No podía permitir venirse abajo, no cuando estaba sola sabiendo lo peligroso que era. Cuando cerró los ojos para tomar una fuerte respiración, recordó las palabras de su padre antes de irse.

Recuerda, Sarah, mantén la puerta cerrada y no hagas ruido hasta que vuelva. No abras a nadie....

—A menos que sea Bobby —ella había puesto sus ojos en blanco entonces—. Me sé las reglas, papá.

Son vampiros, cariño —decía él en un tono de voz muy dulce, el que siempre usaba cuando se trataba de ella—. Si cualquier cosa saliese mal podrían buscarte solo como venganza. Ya conoces a los monstruos.

Pero nada malo le iba a pasar, eso era todo lo que tenía que repetirse y lo que había estado haciendo esos catorce largos días. Alguna razón lógica debía tener su falta de comunicación, y estaba segura de que él se la iba a dar en cuanto llegase. Porque regresaría, sí.

Aún así estaba preocupada y no podía parar de dar vueltas en su propio salón. Sabía que quizás tenía que haber llamado a Bobby en cuanto la primera semana pasó sin noticias, pero ella creía firmemente que podía seguir adelante sin ayuda. No esperaba que todo se alargase más, comenzaba a quedarse sin comida y sin dinero, la situación se había vuelta sumamente desesperada.

Se mordió la uña del dedo pulgar, impaciente. Su mirada se desvió hasta el teléfono fijo encima de uno de los estantes. Llamar a Bobby era la mejor idea, quizás él pudiera ayudar a su padre si realmente estaba en peligro.

Apenas había dado un paso cuando escuchó pasos más fuertes en el pasillo. Un par de voces masculinas que se acercaban a la entrada de su apartamento. Todos sus sentidos se activaron, recordaba el protocolo así que se apresuró en apagar todas las luces y buscar en el estante indicado las armas escondidas.

—¿Es aquí? —preguntó uno de los hombres. El tono de su voz sumamente grave y profundo— No parece haber nadie.

Sarah buscó las balas de plata y llenó el cargador del arma antes de colocarlo en el mayor silencio que podía. Su padre le había dicho que eligiera siempre balas de plata, muchos monstruos morían con ellas, y en caso de necesitar defenderse de un humano estas también le serían útil.

—Tiene que estar aquí —dijo la otra voz, igual de grave— Nos dijo que no sale nunca si su padre no está.

Unos segundos después se oyeron tres golpes en la puerta. Sarah sintió miedo, no podía negarlo. Su padre le había enseñado unas cuantas cosas, pero nunca se había enfrentado realmente a un oponente. Y esos eran dos. Agarró el arma con fuerza, quitándole el seguro, se había pasado muchas horas en el campo de tiro entrenando la puntería, en eso confiaba a fondo. Sin embargo, aquella seguridad no había impedido que su corazón se acelerase cuando los tres golpes se repitieron.

SEMPITERNO |#2 Cazadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora