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Querido Eddie:

Sé que te sorprenderá leer esto, donde quiera que estés... Salí a comprar algo, al llegar me pareció que había algo extraño, no escuché la voz de Daniel no la de Nancy, entré enseguida a la casa y vi la peor imagen que podría haber visto... Estaban ahí sus cuerpos inmóviles, alguien los había matado, escuché un ruido que venía de la cocina, lo único que se me ocurrió hacer fue venir hasta el sótano en donde siempre vengo a escribirte, pero créeme... Esto no se va a quedar así, si algo aprendí alguna vez de ti es que siempre debo ser valiente, ellos mataron a mi familia, me arrebataron mi felicidad, me hicieron vivir un infierno en estos meses y créeme que pagarán por eso Eddie.

~ C.B.

David terminó de leer aquella última carta con lágrimas en los ojos, él siempre supo que su padre no podía ser culpable, lo recordaba como una persona sobreprotectora, quizás algo distante a veces, pero a la vez cariñosa, guardó todas aquellas cartas y pensó en cada palabra leída, no podía sacar de su mente la idea de su padre siendo carcomido por la idea de que toda su familia estaba en peligro por su culpa... Lo peor de todo, era que a pesar de que finalmente él sabría la verdad esas cartas quizás no serían gran prueba, ¿por qué? Simplemente porque se podría decir que cualquiera las había escrito.

Pero... ¿Cómo encontró David aquellas cartas? Simplemente fue cosa del destino, comúnmente cada año él iba a casa e su padre, sabía que no debía, pero él sentía la necesidad de hacerlo, entraba saltando la reja y posteriormente abría la puerta con una llave que estaba bajo una piedra, ese día no se sentó a admirar la casa como lo hacía de costumbre, ese día había decidido investigar un poco más a fondo, de cierta forma sentía que estaba en una escena del crimen, cosa que no estaba tan lejana a la realidad. Después de recorrer la casa casi por completo, se dirigió al sótano, vio aquel escritorio, en el que se encontraban varias hojas tiradas, al leer la primera, supo que esas cartas las había escrito su padre.

No era secreto para nadie la gran admiración que sentía David hacia aquel tipo al que todos llamaban "asesino", él siempre sintió que no era así, por lo que decidió sentarse y leer cada una de las hojas que había rayado su padre, al terminar de leer la última sintió de cierta forma alivio y satisfacción, por fin podía comprobar, aunque fuera para sí mismo, que su padre era completamente inocente, pero a la vez sentía gran rabia e impotencia... Durante días o quizás meses su padre estuvo pidiendo ayuda tanto a sus compañeros de trabajo, como a la policía, pero nadie jamás fue capaz de ayudarlo con la excusa de la depresión que lo llevaba hacia una locura que lo hacía imaginar cosas, sin embargo también se sintió agradecido con Jericho, si de por sí él lo consideraba una gran persona, con lo que había escrito su padre su aprecio por aquel chico rubio había crecido aún más.

Después de mirar por última vez las hojas, se decidió a guardarlas en su mochila, ya que durante años había tenido que soportar los constantes insultos de su hermana hacia su padre.

Finalmente cuando volvió a casa fue directo a la habitación de Megan, le entregó las cartas sin decir nada y se fue, esperó aproximadamente unas 2 o 3 horas hasta que finalmente vio como Megan entraba a su habitación con los ojos llorosos para abrazarlo.

Megan: Lo siento... -susurró aún abrazándolo-

David: No me debes a mí la disculpa... Siempre te dije que él era inocente, siempre buscó protegernos -sonrió leve- pero tranquila... No creo que él te guarde rencor -dijo finalmente después de pensar en que palabras harían sentir mejor a su hermana-

Cartas De Un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora