❥ Hasta el fin de los tiempos

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Desde que JongIn podía recordar, siempre le había gustado pasear por los bosques, pese a que su padre, el Rey SeungHyun siempre le decía que era bastante peligroso y que no debía alejarse demasiado de los terrenos del castillo.

JongIn era el único heredero al trono del reino de las estrellas, en lo más profundo del bosque del norte, donde las copas de los árboles eran tan espesas que incluso los brillantes haces lumínicos del sol no podían penetrar por completo, haciendo que el mundo que él conocía permaneciera el perpetua penumbra.

Sin embargo; JongIn estaba acostumbrado a la oscuridad, sus ojos preciosos color chocolate se habían adaptado a la perfección al igual que la mayoría de los habitantes de aquel bosque inmenso. Su padre llevaba el control de tantas hectáreas que no le alcanzaba la vista desde el árbol más alto o la torre más alta de su castillo para poder darse una idea de los límites del reino que alguna vez pasaría a ser suyo.

JongIn había crecido bastante bien, había sido educado por la Reina YooNa que lo había criado con el mejor de todos los sentimientos del mundo; el del amor. JongIn había estudiado bajo las magistrales enseñanzas de los mejores profesores e ilustrados del reino, e incluso su padre había logrado que algunos otros vinieran de fuera para poder continuar con su educación.

A la tierna edad de los diez años, JongIn había sido encomendado al dirigente de las tropas bélicas para que le enseñara a defenderse. JongDae, que estaba a cargo de la tropa de arquería lo entrenó como si fuera su propio hijo, y gracias a él fue que JongIn pudo adquirir las habilidades necesarias para que su padre se sintiera orgulloso.

En esos tiempos bienaventurados, los enfrentamientos bélicos habían menguado desde que JongIn podía recordar, simplemente se daba una idea de lo que era entrar en conflicto con los reinos vecinos por las historias que su sirviente MinSeok le contaba antes de dormir.

MinSeok siempre cuidó de él y siempre le enseñó que no importaba lo que el mundo pensara, nunca debía ponerse un límite, que sus límites eran invisibles y que si él se lo proponía, podrían vencer incluso la profunda oscuridad del bosque de las estrellas, donde para el mundo común siempre era de noche pese a que la claridad refulgía sobre las copas de los árboles.

La habilidad de JongIn de observar con atención lo que sucedía a su alrededor en un diámetro más amplio de lo que un ojo humano normal no pasaron desapercibidas para nadie, mucho menos cuando las leyendas contaban que la reina YooNa provenía de un lejano reino mágico llamado Exodus.

La leyenda contaba que el primogénito siempre contaría con habilidades especiales, mientras que el segundo hijo podría no llegar nunca o quizá moriría en el intento por vivir al dar a luz. Profecía que se cumplió, porque la Reina YooNa no pudo volver a tener hijos pese a lo mucho que lo intentaron ella y el Rey SeungHyun.

JongIn, sin embargo, nunca mostró tener alguna otra habilidad que no fuera su desarrollado sentido de la vista, cuyos padres atesoraron como el mejor de los atributos y le habían dado un buen uso mandándolo con JongDae para que se hiciera cargo algún día de las tropas de arqueros del palacio.

Como el príncipe heredero, JongIn debía estar al mando del ejército de la nación, y fue justamente en los arduos entrenamientos con sus compañeros, pero especialmente con JongDae, que ambos se percataron de la vista no era la única habilidad que el muchacho contenía, si no el poder desaparecer por un previo instante.

Kingdom for our hearts ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora