― Quiero compartir mi vida contigo, y eso significa mi presente, mi futuro y todo mi pasado, si lo quieres. Si me quieres.
―Magnus Bane. Cuidad del Fuego Celestial.
Magnus suspiró pesadamente cuando estuvo delante de la puerta de su departamento, mas por pánico que cansancio. Alec iba, alarmantemente, a dos pasos detrás de él, sus brazos cargando las ultimas maletas con su ropa (un montículo de colores negros y grises.) Sus mejillas algo ruborizadas por el frío del ambiente y el cabello ligeramente alborotado provocaron un tirón dentro del pecho del brujo.
El brujo había estado narrandole a Alec sobre los diferentes nombres que se ha tenido que usar para registrarse en hoteles a lo largo de su vida, aunque no lo hizo porque vio curiosidad en los ojos de Alec, sino porque el camino de Idris a Nueva York estuvo plagado de una incómoda sensación en forma de barrera entre ellos.
– Con el pasar del tiempo no me esforcé en ser creativo – dijo Magnus luchando con la cerradura de la puerta, maldiciendo el día que la instaló para en un intento en vano de detener a la hermana de Alec– Creo que hubo una vez en Buenos Aires en que use el nombre de Patricio Buenavista.
Alec río ligeramente, no una risita como la que solían tener anteriormente, llena de vigor, sino más bien una con toques de incomodidad.
Después de todo había pasado apenas un mes desde el final de la Guerra Oscura, ambos chicos deseaban olvidar los momentos dolorosos que aún continuaban ardiendo bajo la piel: Magnus, al ver los ojos llorosos de Alec al pensar que moriría, Alec quien aún recordaba el rostro de Asmodeus y se horrorizaba al descubrir rasgos del demonio en Magnus en momentos de silencio, las constantes torturas al recordar la perdida de Simon, las muertes que pudieron prevenirse si tan solo... También había pasado su reconciliación en manos de un libro escrito por el brujo, un libro que Alec esperaría leer las primeras páginas junto a Magnus.
Ambos claramente estaban tensos ahora que estaban juntos, solos, a kilómetros del Instituto y a un portal dimensional de Asmodeus.
¿Fue apresurada esta decisión?
Definitivamente no importaba ahora, la puerta estaba abriéndose...
El maullido de Presidente sacó a Magnus de sus pensamientos, el minino se estiró sobre sus botas evidenciando lo feliz que estaba al verlos juntos. Luego se lanzó hacía Alec como un niño a su padre recién vuelto de la separación de su pareja.
– Hola Presidente – dijo suavemente Alec inclinándose y dejando al gato en el suelo.
– Le gustas a mi gato – murmuró Magnus más para sí mismo.
– Suelo gustarle a cualquier gato – Alec se detuvo de golpe, mirando a los ojos gatunos de Magnus y ruborizándose ligeramente (o eso pensó, su rostro en realidad lucia un semáforo en rojo) – Oh al menos eso dice Izzy.
Magnus asintió mientras se desprendía de su abrigo y lo colgaba. El departamento tenía un aspecto sobrio por los días de ausencia de Magnus, aunque aún podía notarse el olor a comida china en el aire. El brujo chasqueó los dedos y una fragancia a sándalo inundo el aire, cambió el sofá verde a uno de terciopelo rojo y agregó unas cortinas del mismo color a la gran vista de Brooklyn con solo mover los dedos. También agregó algunas macetas con plantas que colgaban como lámparas. Miro de reojo a Alec y le pregunto casi murmurando:
– ¿Quieres comer pizza? – el Nefilim asintió mientras llevaba las maletas a la habitación, Magnus tomó su teléfono y marcó un número anotado en el refrigerador.
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Nuestro Esperado Reencuentro (Malec)
FanfictionSera duro, pero no imposible. La relación entre Magnus y Alec depende lo que pasara tras el regreso de Alec al departamento. Incluso el seguro y carismático Magnus Bane acepta con dificultad que su relación depende de un hilo si no logran romper la...