Una pequeña niña rubia acababa de bajar del autobús escolar después de lo que para ella había sido otro tortuoso día en la PS118 ya que últimamente después de lo acontecido en Industrias Futuro, se sentía fuera de su habitad; tenía la sensación de cada mañana lanzarse a un profundo estanque y no poder respirar, tratando de sobrevivir y a la vez de aparentar, aparentar que todo estaba bien, aparentar ser la niña más fuerte y ruda Helga G. Pataki la chica sin sentimientos, incapaz de amar o sentir algún afecto por alguien; por nada.
Sumida en sus pensamientos y lanzando un resoplido cada tanto caminaba errática. El camino de la parada de autobús a casa no estaba lejos, pero iba lenta como siempre sin querer llegar, aun así... ¿a dónde más iría? De pronto se detuvo de golpe e inconscientemente apretujó su pecho con la mano derecha y pateó una lata que estaba cerca con algo de enojo suspirando pesadamente, acababa de recordar que su boba hermana mayor Olga regresaría hoy a casa, lo que le faltaba, ser aún más miserable, más ignorada por sus padres invisible gracias a su brillante y encantadora hermana. Pensando en ella, Olga había estado rara últimamente, o bueno, más rara de lo que estaba acostumbrada, le llamaba por teléfono diciendo que tenía que decirle algo, algo sobre un secreto o una verdad, sinceramente Helga ignoraba el 99% de lo que decía su hermana en sus llamadas y cuando ésta se ponía más fastidiosa de lo que podía tolerar que era muy poco sólo se alejaba del teléfono y gritaba "¡Myriam es Olga atiéndela!" pero su hermana sollozaba algo y colgaba, vaya "¿Quién era la bebé llorona?" pensaba.
Helga tenía la idea de que las llamadas venían de cuando su hermana dejaba sus medicamentos. Porque cielos, parece que la locura venía de herencia en los Patakis, tal vez por eso ella era una demente acosadora que terminó teniendo que ir con una loquera; no le ayudaba en mucho saberlo, pero ahora que lo hacía ya no le agradaba tanto ser grosera con su hermana, de hecho, hasta se podría decir que se estaba portando complaciente y odiaba eso, odiaba todo eso. Lo había descubierto hace dos visitas de su hermana mayor "¿Por qué tenía que haber espiado en el bolso secreto de Olga?" Bueno esperaba encontrar algún chocolate importado que su hermana escondiera celosamente, que torpe, por el contrario, se topó con muchos frascos con nombres de extraños medicamentos ¿qué le pasaba a su hermana? Jamás notó nada... ¿O tal vez sí?
La curiosidad le ganó y pretendiendo hacer una tarea le sacó toda la sopa a su sabelotodo personal y sobre todo mejor amiga Phoebe. Le dio algunos nombres, unos cuantos que se le quedaron grabados y Phoebe, aunque extrañada le explicó que al parecer eran un conjunto de una prescripción psiquiátrica "Oh preocupación..." -Depresión, ansiedad, migraña -mencionaba Phoebe a una rubia angustiada, aun así, continuó con tono preocupado -...a-además de... - ¡Es suficiente hermana me atosigas! -La interrumpió Helga pues no quiso escuchar más diciendo que con eso estaría bien para su investigación y a la vez su mirada se volvió más distante y vacía, su amiga lo notó, alcanzó a percibir miedo, miedo y dolor; pero como bien conocía a Helga un poco más de presión y esta crearía una nueva capa en su barrera que tanto trabajo le había costado atravesar a Phoebe, así que sólo sonrió serenamente y cerrando los ojos le dijo -"Cuando quieras hablar Helga... yo siempre estaré para ti... siempre estaré para escucharte y jamás te abandonaré... pase lo que pase, yo siempre estaré a tu lado..." -y la abrazó, la niña rubia tembló un poco y estuvo a punto de empujar a la asiática, pero por alguna razón sintió que sólo eso necesitaba el siempre silencioso y tierno abrazo de su querida y única amiga Phoebs.
Por eso tal vez se sentía tan incomoda al estar en presencia de la familia maravilla, odiaba a sus padres porque muy probablemente ignoraban todo el dolor y los problemas de Olga y se odiaba a sí misma por sentir empatía hacia su boba hermana mayor.
Iba tan ensimismada que no se dio cuenta de que había llegado a casa hasta que su frente chocó con la puerta de su entrada la cual se abrió lentamente "ni siquiera se tomaron la molestia de cerrarla" pensó -Ya llegué... -apenas y pronunció sonando más bien como un quejido no llegaba a susurro. Seguramente se toparía con la típica escena amorosa entre sus padres y Olga, diciéndole a esta lo orgullosos que estaban de ella y lo mucho que la extrañaban todo el tiempo. Rodó los ojos ante tal escena tan bien programada en su mente; más, sin embargo, estando a punto de deshacerse de su mochila en el piso del recibidor y cerrar la puerta, se escuchó un fuerte golpe proveniente de la cocina y después los amortiguados gritos del Gran Bob, seguramente Myriam había roto algo de nuevo y su padre le gritaba por ello, ¡ya está! Tendría que intervenir como siempre para salvar a Myriam y dar por terminado el enojo del Gran Bob, había aprendido a manejar bien la ira desmesurada de éste, y no le importaba llevarse unos cuantos gritos y regaños que no le correspondían, Helga era así y punto. Ignoraba que poseía las mismas cualidades innatas que tanto adoraba de su amado Arnold la nobleza y la bondad.
ESTÁS LEYENDO
Un día desperté... Y descubrí que ya no te amaba
Fanfiction"Es cansado fingir, es pesado fingir tanto odio todo el tiempo, me siento perdida... Me pregunto ¿quién soy realmente? Hay tantas "yo" que he empezado a tener miedo, tener un desliz me preocupa, me carcome por dentro... No quiero, no quiero ser déb...