El demonio de ojos rubies

Demonio

En las cercanías del pueblo de domino se encontraba una gran mansión, parecía incluso un palacio, pero realmente era una prisión para todas aquellas damas y donceles que se llegaran a encontrar con el demonio. Se dice en el pueblo prueba viviente de la atrocidad del demonio, que este escoge solo aquellas damas más hermosas junto a donceles que presenten igualmente infinita belleza, se dice que es el demonio que vino a quitarle a los hombres del mundo a sus esposas, hijas, nietas, etc. Si como escucharon el mundo, pues cuando ese demonio viajaba días después jóvenes princesas, o cualquier otra dama o doncel llegaba al castillo para nunca más salir de él. La prueba era las listas que llegaban a cada reino de damas y donceles desaparecidos.

Se decía que, si te acercabas lo suficiente y el demonio no te mataba, podías escuchar los gemidos dentro de su harem, muchos habías intentado salvar aquellas y aquellos dentro ese castillo, cuando los encontraban por algún motivo fuera de este, pero se estos se negaban, por un extraño hechizo, ellos con sus ojos perdidos ante el abismo decían amarlo con locura y no lo dejarían jamás. La perdición de aquellos, es ver sus ojos cual jade, que no les engañe su mirada seria, puede cautivar hasta el doncel más serio y dar calor al corazón más frio.

Que lindas historias se han contado sobre mí, sonrió al escuchar aquel orador frente al pueblo, ninguno de estos tontos se ha dado cuenta de mi presencia y que tienen al demonio entre ellos, miro hacia un lado y noto a una joven, de hermoso cuerpo cabellera larga y rubia con ojos violetas, me hace pensar en mi persona favorita de ojos amatistas, nadie se compara a mi mejor trofeo, pero creo que ella sería una nueva esposa, me acerco y como si fuera un accidente choco contra ella, al mirarme queda hipnotizada yo solo le sonrió y me despido pidiendo una disculpa. Solo eso necesitaba, con una sola mirada sé que será mía. Regreso a mi mansión he estado mucho tiempo fuera y quiero divertirme un rato con mis amadas esposas y donceles.

Pasan unas horas y al poco rato se escucha como tocan a la puerta, ha funcionado una nueva esposa ha llegado, la rubia chica que me encontré en el pueblo llega a mis brazos suplicando que le haga mía, sonrió lleno de victoria una nueva adquisición a mi harem.

Todos me temen, pero antes en mi niñez fui su burla, después de la muerte de mis padres mi único consuelo era mi hermano gemelo yugi, no éramos idénticos pero parecidos, yugi tiene joyas amatistas enormes por ojos un piel tan blanca como la nieve pura, su belleza y ternura era envidiado por toda mujer y doncel, yo no soy un doncel pero mi hermano si, éramos cuidado por nuestro abuelo Solomon, pero por una extraña causa el murió y tuvimos que ser cuidados por su hermano Aknadin, fue el quien causo mi desgracia. Gracias a sus manipulaciones y sus rumores, la gente se burlaba de mí, mi mirada seria les causaba espanto y me llamaban monstruo, mi único consuelo era mi hermano, pero hasta por el fui traicionado, me dio a espalda gracias a mi tío convenciéndolo que yo fui quien maté a el abuelo por la riqueza de nuestros padres y abuelos.

Recuerdo escapar, llegar al bosque y encontrarme con un ser que me brindo su protección, quien diría que el demonio fuera tan gentil. Años después regrese con mi venganza causando un accidente al carruaje de mi tío en unos de sus tantos viajes, donde gastaba como idiota su dinero, su hijo pequeño un doncel mokuba, junto a su hermana Kisara fueron mis primeras víctimas en el don que el demonio me había concedido. Recuperé mis riquezas, hice un imperio y agrande mi harem, cuando lo tenía todo, fui en búsqueda de mi hermano y lo atrape entre mis redes.

Ante mi tenía no solo a los hijos de Aknadin sino también al prometido de su hijo, ese doncel que era bastante de mi agrado, aunque él estuviera muerto no dejaría en paz a su familia. No después de que por su culpa me quitaran lo que más amaba. Esos recuerdos se queman junto al cuadro de mi pasado, ese cuadro de mi antigua debilidad, veo las llamas intensificarse en mi chimenea, sonrió que ese pobre diablo de mi pasado desaparezca.