🐱~Capítulo único~🐱

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  Meow.
  Ese es el único sonido que se escucha en la habitación, un ligero ronroneo lo acompaña, lo siento cerca, muy cerca ¿A caso? No, no lo creo, eso no puede ser real, no puedo ser un gato, ¿verdad?
  Espero que no sea un gato, no lo creo.
  Bajo de la cama de un salto y me miro, sí, soy un gato, un jodido pero precioso gato blanco, meow.
  Me subo a la cama otra vez haciendo un esfuerzo sobre humano, o gatuno, y me voy acercando a Sergio, Dios mío, es enorme, bueno, eso lo sabía ya que es más alto que yo pero ahora que soy una bola de pelo, que mide medio metro o incluso menos me doy cuenta de lo alto que es.
  Me acerco a él y le lamo la carita como puedo, joder, es difícil por el hecho de tener una lengua tan pequeña pero creo que lo voy consiguiendo.

Sergio:
—¿Pero qué narices? Una bola de pelo—me coge y me pone en el suelo.
 
  Ponme en la cama otra vez, soy yo Sergio, no me reconoces pero soy yo, bueno, sí puede hacerlo pero el muy idiota no ve que tengo los mismos ojos.
  Camino maullando hasta que llego al armario y me miro al espejo, anda, tengo una mancha en el ojo izquierdo que se asemeja a un corazón, que monada.

Sergio:
—¿Qué te pasa gatito? ¿Es la primera ver qué te miras a un espejo?

  Maullo, no sé cómo responder a eso, osea, sí me he visto en un espejo pero nunca como un gatito, es confuso.

Sergio:
—Da igual peque, eres muy mona con esa manchita en el ojo—me toca la nariz—Es muy suave, podría acariciarla todo el día.
  Maullo y ronroneo, se siente muy bien.
  Me acaricia y me acicala, me pone un lacito, voy a vomitar arcoiris.
  Salgo fuera y voy andando por la casa, joder, y yo que pensaba que mi casa era pequeña.

Sergio:
—Iré a comprarte comidita, te quedaré con las niñas.
  Oh Dios mío, no, de esto no salgo viva, Señor ten compasión.
  Empiezo a andar por la casa, quizá si me escondo no me pase nada, solo quizá.
  Vuelvo a mi cuarto y me meto bajo las sábanas y mantas, son suaves, calentitas y huelen a Sergio, se está muy bien.
  Después de un rato me voy al salón, se está muy bien en casa y más siendo una bola calentita de pelo, que por cierto, es suave, sobretodo la lengua y la naricita.
  Me subo al sofá y me acurruco entre los cojines, me gusta esto.
  Veo a Rosa salir de su cuarto y me escondo ente los cojines, tengo miedo, Rosa es muy fangirl.

Rosa:
—¿Qué es eso? ¿Una pelusa? ¿Qué narices?—pregunta acercándose.

  Maullo de miedo, no sé cuánto tiempo me va a tener en brazos, acariciar, acicalar y de todo.

Rosa:
—Vamos a ver—dice para sacarme de mi escondite—Oh Dios mío, ¡un gatito!—me abraza.

  Maullo otra vez, tengo miedo pero se siente bien, muy, muy bien.

Rosa:
—Que monada de gatito, te quedarás aquí para siempre.

  Maullo y salto de sus brazos, corro y me escondo bajo el sofá, Rosa, te tengo miedo.

Rosa:
—Ven aquí cochita bonita y abrazable, yo solo voy a mimarte.

  ¡Rosa! Déjate de tonterías, no quiero mimos, déjame.
  Salgo de debajo del sofá y me voy a la habitación de Sweetty, quizá sea mejor.
  Me escondo bajo su cama, wow, aquí hay muchas cosas escondidas, muchos juguetes, un diario, fotos, muchas fotos de Blanca...
  Quizá si me quedo aquí no me descubran, hay tantas cosas que seguramente pasaré desapercibida.
  Me quedo escondida un rato hasta que veo que Sweetty se levanta, miedo...

Sweetty:
—Qué sueño más bonito—me acaricia consiguiendo que ronronee— ¡Tengo un gatito!—me toma en brazos y sale corriendo.

  Mi vida corre mucho peligro y nunca pensé que serían mis propias hijas las que me estén matando.
  Sweetty sigue corriendo por la casa como pollo sin cabeza conmigo en brazos, me piensa matar, claro que ella no sabe que el gatito que lleva en brazos es su madre pero no confío mucho en que me caiga y me haga daño.
  En serio, lleva un montón de rato corriendo y buscando a Rosa y esas dos juntas pueden ser explosivas, sobretodo si hay un gato de por medio.
  Y lo malo llega cuando por fin se encuentran, si no me matan ellas me moriré yo sola por un infarto.

Rosa:
—¡Gatito! Ven aquí gatito, gatito mírame—me acaricia haciéndome ronronear.

Sweetty:
—Hey, déjamelo a mí, yo también quiero acariciarlo—hace un puchero.

  Mientras que discuten de quien debe acariciarme y he saltado de sus brazos y me he subido al sofá y me he hecho bolita entre las mantas y cojines tranquilamente.
  Me quedo escondida, calladita y con la cabeza un poco asomada, ¿a dónde narices a ido Sergio a comprar? ¿A Japón? Lleva horas comprando comida y parece que no va a volver nunca, además, no puedo cuidar a las niñas siendo un gato, uno, no tengo forma humana y dos, ni siquiera puedo hablar, dudo que pueda hacer algo estando así.
  Cuando se abre la puerta todo es muy rápido, un visto y no visto.
  Sergio separa a las niñas y sale corriendo a buscar a esa bola de pelo que soy yo, pero bueno, esta dichosa bola de pelo tiene hambre así que salgo de mi escondite hasta sus pies con un paso tranquilo y moviendo la cola mientras maullo, soy diva hasta siendo un jodido gato.

Sergio:
—Gatito, vamos a comer—me coge y me lleva a la cocina donde hay un comedero improvisado, si a eso se le puede llamar comedero, claro.

  Me acerco al ya mencionado comedero y olisqueo la comida, va a ser la primera vez que coma comida de gato y la verdad es que no pensaba hacerlo o no de esta manera.
  Olisqueo la comida, otra vez, bueno, podría ser peor, espero que sepa tan bien como huele, no es que huela genial pero por lo menos está bien.
  Empiezo a comer y está mejor de lo que me hubiese imaginado aunque creo que también influye el hecho de que al ser un gato percibo las cosas de manera distinta, por si acaso no la probaré siendo humana, será lo mejor.
  Cuando termino de comer empieza otra sesión de mimos en los que, por llevar tanto tiempo corriendo como una desquiciada que solo quiere librarse de la obvia amenaza que son mis hijas, me quedo dormida.
  Cuando despierto ya soy una persona normal por fin, ya no soy una bola de pelo.
  Pero quedará en la memoria de todos los de esta casa la gatita blanca de ojos tricolores con una marca en forma de corazón en el ojo izquierdo.

Un día de perros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora