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Eran las cinco de la mañana y el cansancio de kevin no sucumbía al miedo, la incertidumbre y el deseo de volver a ver a la persona que, con tanta indiferencia fingida, había dejado atrás. Siempre se había considerado un hombre decidido, seguro de sí mismo y con las ideas muy claras pero esta situación lo desconcertaba. ¿Habría subestimado su relación con Kelly? ¿Cómo podía anteponer sus sentimientos hacia una persona que apenas conocía a su sueño de toda la vida?

Después de un par de horas de meditación se decidió. La llamaría. Inventaría alguna forma de aplazar su sueño, quizás le dieran algún papel importante en el teatro de su ciudad o podría arreglar su vieja cámara de video y hacer sus propias producciones.

La reconciliación fue rápida y pronto se pusieron de acuerdo para determinar una cita.

Cuando Kevin aterrizó ya estaba allí su hermano Trebor esperando con cierto brillo de satisfacción en su mirada. Kevin sabía que la aparente felicidad de su hermano al verlo no era más que la alegría que le producía el pensar que había fracasado pues él tenía trabajo y kevin tendría que depender de su caridad.

Kelly estaba radiante, había optado por un look sencillo, casual, que demostrara cierta firmeza y seguridad. Cuando vio a kevin, ya sentado en una mesa de la cafetería, su disfraz de chica decidida se esfumó. Las piernas le temblaban y a duras penas pudo articular sus primeras palabras.

La ternura y consideración de kevin le sorprendió gratamente, parecía que este tiempo fuera le había servido para pensar más en ella de lo que creía y luchar con todas sus fuerzas para seguir con la relación.

La siguiente cita fue una cena en uno de los restaurantes con más prestigio de la ciudad aunque Kelly había insistido en ir a otro lugar, su beca universitaria apenas le daba para vivir el día a día y no podía permitirse ese derroche innecesario, tampoco quería que Kevin malgastara el poco dinero que había ahorrado en esos meses fuera, seguramente lo necesitaría para subvencionar sus nuevas ideas laborales.

Fue una cena agradable donde no faltaron las risas, las miradas románticas y las conversaciones interesantes cargadas de expectativas de futuro.

Los encuentros se fueron convirtiendo en rutina, cada vez era más frecuente la pasión y el deseo de encontrarse de nuevo. Eran tantas las actividades, que cada día se descubrían haciendo algo nuevo. En sus vidas no había lugar para el aburrimiento. Los lunes optaban por madrugar e ir a descubrir entrañables rinconcitos de la ciudad, andar y desayunar, probando nuevos sabores de ricas mermeladas, batidos y panes crujientes. Los martes solían ir a patinar o ver algún partido de béisbol. Los miércoles, día de cine, se divertían tirándose palomitas y jugando como si de dos niños se tratase mientras veían esas comedias románticas en las que se reflejaban.

Tanto era el tiempo que compartían juntos que se olvidaron de sus propias vidas, el camino de esta relación estaba tomando un rumbo abrumador para Kelly. Todo fluía demasiado deprisa, era extraño, ya no tenía tiempo para escucharse a sí misma y él... él no quería parar, cada vez la presionaba más con sus miles de planes y quedadas. Le asustaba un poco la idea de pararlo y que todo se destruyese de nuevo, pero sentía que tenía que hacerlo y así fue.

Kevin comenzó a mostrar una nueva cara que desconocía, cada vez las peleas y reproches se hacían más constantes. La posesión y manipulación eran ahora las protagonistas de la relación. Hasta que un día Kelly decidió que necesitaban un tiempo.

Después de una temporada manteniendo las distancias y poniendo en orden sus pensamientos e ideas decidió quedar con él en misma cafetería donde todo comenzó, the corner's secret, para zanjar los temas pendientes.

Allí estaba él, esperando a su chica mientras se mordía las uñas y veía como las agujas de su Rolex avanzaban sin compasión. Al ver que una sombra se acercaba a él, levantó la vista con un atisbo de esperanza. Desgraciadamente solo era el camarero que venía a traerle el capuchino que había pedido. Sin embargo, para su sorpresa, junto al plato no solo había un sobre de azúcar con una frase célebre sino una nota con una caligrafía familiar.

La carta decía así:

Hola Trebor,

Debo reconocer que al principio te salió muy bien la jugada, como una ignorante me creí tus palabras, quizás quería creerlas. Por fin tenía a mi lado al Kevin que tanto había deseado, el que tanto me había esforzado en cambiar. Atento, divertido, generoso... llegué a creer que los finales felices existen, que me encontraba en uno de esos cuentos donde el príncipe azul no se torna gris.

Pero en mis momentos de meditación interna empecé a descubrir pequeños detalles, chivatos que me ponían los pies en la tierra, que me decían que algo no iba tan bien, que mi príncipe azul podía ser rana.

Para tener tu papel tan bien estudiado, has descuidado ciertos detalles. En primer lugar me sorprendió tu forma de mirarme y tratarme, pensé que tras imaginarte solo habías apreciado realmente lo que tenías conmigo. La calidad de vida que llevábamos es otro elemento a destacar, siempre rodeados de lujo y despilfarre. Me llamó la atención tu cambio radical en cuanto a gustos culinarios, pues platos que antes odiabas eran imprescindibles en tu menú. Además, nunca advertí tu habilidad para escribir con ambas manos, pues eras zurdo. Y eso sí, al final esa vena manipuladora era tan típica de Trebor que me abriste los ojos al completo, ¡cómo pude tardar tanto en hilar cabos! Ese gemelo que hasta ahora había permanecido en la sombra estaba intentado salir de ella disfrazándose de lo que siempre había querido ser y tener, la vida de su hermano Kevin.

Al llegar a estas conclusiones decidí acudir a la policía. Como mis argumentos se sostenían por su propio peso la policía no dudo en comenzar su investigación y conociendo tus inclinaciones hacía tu hermano, pues esto es un pueblo pequeño, no fue difícil conseguir una orden de registro y, por consiguiente, el descubrimiento del secuestro que habías llevado a cabo en el aeropuerto y que mantenías en el sótano de tu casa.

No intentes escapar. La policía está en la puerta. Espero que esta sea nuestra despedida, aunque esto no suponga dejar de ver tus mismas facciones pues me quedo con el verdadero Kevin, rompiendo así con un espejo que mostraba un falso reflejo.

SAYAGO CANSINO, CRISTINA

VELASCO CARO, ALICIA

THE CORNER'S SECRETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora