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Finalmente llegué a casa, tomé un baño y vendé mi tobillo. Si les soy sincera, ya no me dolía tanto, así que era momento de empezar con mi infierno contable.

No podía dejar de pensar en lo que pasó estar tarde con el Licenciado Federico, por alguna razón me siento muy emocionada y a pesar de lo ocurrido con mi padre no podía dejar de sonreír. Recordé el pañuelo que cuando llegué lo había dejado sobre la mesa, a pesar de las lágrimas que había derramado en él, todavía conservaba el olor de su perfume, tan masculino y embriagante, seguro debía ser alguna marca cara.

Si no tuviera esa doble personalidad cualquier mujer caería a sus pies, incluso yo, pero no, a mi me gustan los tipos amables y tranquilos, es algo que no pienso cambiar nunca.

Apoyada en la mesa, con mi cuaderno abierto y con el lápiz listo en mi mano izquierda, si, soy zurda, caí en la cuenta de si, ¿debía devolverle el pañuelo a Federico?

Estudiemos la situación, si se lo devuelvo él diría algo como ¿para qué lo quiero?  Ya lo contaminaste con tu mugrienta cara, quítate de mi vista.

Que miedo me daba este hombre en serio, si por el contrario, no se lo devolvía seguramente se quedaría con una mala impresión mía. También estaba el hecho que me moría de la vergüenza que él precisamente hubiese visto el altercado entre mi padre y yo, ¡que día de mierda!

Me apresuré a buscar tutoriales en youtube de partidas contables, ya que yo no sabía nada del tema y necesitaba mi sesión de relajamiento antes que regresará mi madre del trabajo, así es, mi sesión de relajamiento es igual a ver algo de buena pornografía, hoy es día de porno gay.

En ese momento recibí un mensaje de Aly en el grupo de whatsapp que ha creado para mi, Angelique y ella, Helena, ¿estás bien? escribió.

Leí el mensaje y decidí no responder, me encantaba dejar a la gente en visto, extrañenme perras. La verdad aún seguía algo molesta con Aly por lo de sus estúpidas flores.

Me dediqué por más de una hora a hacer las partidas contables, de verdad esperaba que estuvieran bien, no quería ser humillada.

Repose sobre la silla y eché un vistazo a la casa, azul marino con toques blancos, paredes algo desgastadas que le daban un toque nostálgico y a mi en el medio, alguien que luchaba y aparentaba ser la hija perfecta.

Cambié de opinión y decidí que hoy no vería pornografía, es un vicio que quería quitarme, pero la excitación que produce es demasiado deliciosa y aunque suene raro, jamás me he masturbado, soy un bicho raro, lo sé.

Finalmente llegó mi madre del trabajo, con su distintivo traje color vino y zapatos a juego, ese rostro desgastado por el cansancio sin perder la sonrisa para su mayor tesoro, yo.

- Hola hija, ¿cómo estás? ¿Por qué caminas así? - inquirió

- Me caí al bajar del autobús, pero ya me siento mucho mejor, no te preocupes, ¿cómo te fue a ti? - no quise mencionar lo del asalto.

- Bastante bien hija, cansada pero bien. ¿Cómo te fue con tu padre? -

- Como siempre, el hijo de puta solo me dió dinero y se fue - respondí cansada de esa pregunta, para qué preguntaba, siempre era lo mismo.

- Ten más respeto, sea como sea es tu padre y no debes juzgarlo - regañó con una mano en la cintura negando con la cabeza.

- Sabes mamá, no deberías defenderlo tanto, tú menos que nadie -

Subí molesta a mi habitación, ¿cómo podía una mujer defender a un hombre que la había dejado por otra?  Siempre tuve la teoría de que mi madre seguía enamorada de ese bastardo.

Eran apenas las 7pm, me puse ropa de dormir y me acosté sin pensar en nada más, estaba demasiado cansada.

Al siguiente día, tomé una ducha rápida sin olvidar meter en mi cartera el pañuelo del profesor, bendito pañuelo. Me despedí de mi madre como siempre, tomé el autobús y nuevamente mientras visualizaba las calles por las ventanas, apareció el profesor en mi mente, su sonrisa socarrona era demasiado para mi y ese cabello castaño, más bonito que el mío.

Finalmente me bajé, y en el campus mi novio Emmanuel, alto, moreno, azabache y con la mirada dulce me abrazó por atrás y me dió un beso en la mejilla.

- Amor quise pasar por ti, pero nunca respondiste los mensajes - dijo el pelinegro.

- Lo siento cariño, es que he estado algo distraída, como puedes ver no estoy del todo bien - exclamé señalando mi pie.

- Nena, ¿qué te pasó? Con mas razón debí haber ido por ti. Pero como todo principe, cargaré a mi princesa hasta su trono - y lo hizo.

- ¡Bájame ya, tonto! - reí mientras me aferraba a su cuello.

Le di un beso corto, y cuando vi a mi alrededor, unos con cara de vayanse a un motel, otros cursis felices y en una esquina junto a un árbol, un profesor castaño mirándome con un ceño fruncido y negando con la cabeza.

Me puse extremadamente pálida y me bajé de los brazos de mi novio como pude a lo que él solo me miró confundido y esperando una explicación, pero no me importó.

Decidí cojear y alcanzar a Federico, la verdad quería devolverle su pañuelo,  y pude sentir de nuevo, ese maldito perfume. Él sabia que lo seguía y no hizo nada por detenerse, se veía tan imponente con ese saco gris, como resaltaba su barba perfectamente cortada.

Cuando finalmente lo alcancé, toqué su hombro con timidez.

- Disculpe Licenciado, quería devolverle esto y agradecerle el gesto que tuvo conmigo ayer.  Fue muy - alcancé a decir con tono dulce, pero me interrumpió.

- No fue nada, puedes quedártelo - contestó en un tono seco.

- De verdad quiero devolvérselo, no quiero dejarle una mala impresión mía - insistí temoresosa bajando la mirada.

- ¿De verdad quieres dejarme con una buena impresión? - arqueó una ceja divertido y los ojos le brillaban de maldad.

- Así es - respondí con un hilo de voz y el corazón latiendo a mil por hora.

- Págame el favor haciendo bien esas partidas contables -

- No puedo asegurarselo, ya que no soy tan buena en ello. Además eso no es nota, es solo un castigo suyo - fruncí el ceño.

- Entonces veré que más puedo hacerte, hay muchas formas en las que me puedo cobrar - sonrió  y siguió su camino.

Esto no era nada bueno ¿ o si? Ahora tendría a ese tipo encima mío, haciéndome la vida imposible, maldita sea.

Cuando me di la vuelta vi a Emmanuel que nos había estado observando, se fue ¿molesto? ¿por qué? ¿qué habrá pensado?

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Gracias por leer, ¿les gusto el capítulo? Lo hice con todo mi cariño, cualquier sugerencia comenten y no olviden votar por favor, eso me anima a seguirla ❤

Placeres ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora