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Cuando estabas aquí
No podía ni mirarte a los ojos.

El rubio adicto al café no podía de dejar de ver a aquel chico de ojos azules durante toda la clase, como si le hubiera lanzado un hechizo para que no dejara de verlo nunca.

¿Sabes? Es algo difícil que un niño de cuarto grado se de cuenta que está enamorado, pero Tweek estaba entendiendo.

Aunque él no sentía mariposas en el estómago

El sentia golpes

Su madre todo el tiempo decía que aquellos impuros que amen a las personas de su mismo sexo irán al infierno.

"¡Ellos son los que se lo buscan!"
Solía decir toda la gente del pueblo.

Sabía que si alguien se llegará a enterar de su secreto, su vida seguramente estaba arruinada.

Recordar eso solo lo hacía pensar que llegaría a pasar y que Craig solo lo miraría con desprecio, le daría un buen golpe y le diria: "Eres un bicho raro".

Mientras Tweek seguía en sus pensamientos sin fin, Craig se dió cuenta que este lo estaba mirando, así que se volteó para afirmar que era cierto.

Para él no era algo extraño
Se podría enamorar de Tweek fácilmente.

Admiraba lo linda y suave que se veía su piel, Su alborotado cabello rubio con un toque algo grisoso claro, Aquellos ojos de un hermoso verde mientras debajo de ellos reposaban sus ojeras, todas aquellas curitas de colores que traía regadas por el cuerpo.

Lo convertían en un ser hermoso

A Craig no le importaba lo que la gente llegará a pensar de el si se llegará a enamorar del rubio.

Aunque no es un tema que llegue a pensar recurrentemente, tenía muy en claro que Tweek no era como las otras niñas piojosas o los otros niños imbéciles.

El era especial.






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