Me encuentro de nuevo bebiendo una margarita al filo de la barra, se había vuelto rutina, después de haber descubierto lo increíble que es este lugar simplemente no pude dejar de frecuentarlo
Suelo venir aquí cada noche después del trabajo, me siento en el mejor taburete observando a la gente, cazando mi nueva presa. Soy una mujer de 28 años con una exitosa tienda de arte, desafortunadamente para mí, estaba soltera desde hace tres años y no he podido cazar a un nuevo galán o por lo menos un compañero de cama.
Cada noche era lo mismo, un tipo alto y guapo que desprendía tanta testosterona como le es posible se acerca hasta donde estoy, desliza su lasciva mirada por todo mi cuerpo haciéndome mojar en segundos, toma asiento tan cerca de mi como le era posible, todo es perfecto hasta esa parte hasta que comienza hablar de él y de su increíble puesto en alguna empresa, jamás paso de dos margaritas ni él de lo increíble que es su personalidad. Es decir ¿Cómo no llevarme a la cama? Le daba más de una señala, tocarle la entrepierna, humedecer mis labios en repetidas ocasiones, incluso de casi poner mis tetas en su rostro, es la historia de mi soltería, jamás pasaba nada.
El sabor del tequila llenando mi boca es un sabor celestial, cierro los ojos para disfrutar mejor de los increíbles sabores de mi bebida.
Parpadeo un par de veces, nadie nunca me ha hablado de ese modo, sus palabras salen de sus labios con tanta confianza, sus verdosos ojos tienen una luz picara y sensual.
—Gracias.
Es lo único que soy capaz de decir, levanto mi copa y vuelvo a beber, esta vez sin cerrar los ojos y observándolo atentamente, él me imita, me observa con descara. Me re acomodo en el taburete para que pueda ver con detalle mi silueta, se relame los labios cuando sus ojos se detiene en mi pronunciado escote. Me siento tan caliente, el tipo puede notar mi inquietud, se levanta de su asiento y me tiende una mano.
—Este no es un buen lugar para conocer a una bellísima mujer.
La tomo sin dudarlo, llevo semanas sin tener sexo y no pienso desaprovechar esta oportunidad, de todas formas, si ocurriera algo en mi cartera traigo gas pimienta, mi lima de uñas y mi celular, uno nunca sabe.
—Estoy de acuerdo.
Salimos del bar, toma mi cintura con su fuerte mano y la envuelve con delicadeza, un cosquilleo en mi entrepierna me anima a subirme a su hermoso Lotus, antes de deslizarme en el auto me pregunta.
—¿No piensas preguntarme quién soy?
—No, lo único que me interesa en este momento es tenerte entre mis piernas, no hace falta saber el nombre del otro.
Toma mi rostro con una mano mientras que con la otra toma una de mis nalgas, no me incomoda las miradas morbosas de los peatones.
—Entonces no perdamos más tiempo.
Y me besa con ganas.
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S E D U C E M E
Teen FictionCuando un corazón roto y cansado se cura con un poco de alcohol ¿Qué podría salir mal?