CAPÍTULO 26

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La habitación se encuentra totalmente a oscuras, pero gracias a la luz que entra del pasillo, donde se encuentra Paris de pie, logramos apreciarnos con claridad. Ella se mantiene en silencio, buscando una respuesta en su cabeza, creo que ahora sí que la he metido en un buen problema. Por eso mismo me adelanto para hablar y dar mi explicación.

—Yo... lo siento —digo, carraspeando mi garganta y pasando la rosa detrás de mi espalda, entrelazando mis manos—. Solo quería invitar a Paris a salir —la castaña alza una ceja, incrédula.

— ¿Entrando por su ventana? —demanda, señalando el ventanal abierto.

Solo puedo encogerme de hombros sin saber qué más decir. La madre de Paris niega varias veces y enciende las luces de la habitación.

—Me agradas, Harry, pero no consentiré que entres de esa forma otra vez —sentencia.

—No se preocupe, eso jamás pasará de nuevo —sonrío un poco. Ella asiente y sale de la habitación dejándonos a solas.

Paris está cruzada de brazos en el umbral, pero se despega de él para entrar de lleno a su cuarto. Me da un empujón y sé que ya está alterada por completo.

— ¿Qué pretendes? —su vergüenza es notoria.

—Oye, tranquila —pongo mis manos como escudo.

La rosa queda al descubierto nuevamente y sus dos perlas azules se la quedan mirando de reojo.

— ¿Te gusta? —ella pestañea, relajándose poco a poco.

— ¿Es en serio? —alza una ceja y sonríe divertida mientras niega con la cabeza—. Es muy bonita, pero no soy aficionada a las flores —declara.

— ¿Y quién dijo que era para ti? —rueda los ojos y camina a su cama—. Bueno, sí, era para ti —admito, siguiéndola—. Y también lo que por accidente le dije a tu madre, era para decírtelo a ti.

Ella toma asiento ahora con más emoción en el rostro.

—Mm, ¿qué le has dicho?

—No repetiré eso de nuevo —murmuro, sentándome a su lado y entregándole la rosa. La toma sin objeción y se la lleva inmediatamente a la nariz. Me remuevo incómodo en mi sitio, sin saber cómo pedirle que venga conmigo a la carrera sin que se niegue a la primera.

«Me preguntaba si tú..., mm, querías venir a una carrera». Definitivamente no.

«Bueno, hay una carrera mañana, no sé si te gustaría venir». Carajo, ¿por qué tan nervioso, Cox? Solo es una chica más. Relájate y suéltalo sin titubeos.

—Me gustaría que vinieras conmigo a una carrera mañana —voltea a verme, pestañeando varias veces—. Prometo no discutir y traerte a salvo a las doce —agrego y me sorprendo al verla reír—. ¿Qué es tan gracioso? —murmuro, con el ceño fruncido.

—Tú —señala, poniéndose de pie y dejando la rosa en su tocador—. No era necesario que hicieras todo esto, podrías haber mandado un mensaje, tienes mi numero —ahora es ella la que frunce el ceño—. Que, por cierto, no entiendo cómo lo conseguiste.

—Tengo mis contactos —le sonrío, poniéndome de pie—. Y sobre la carrera... ¿aceptas venir? —me cruzo de brazos para esperar su respuesta.

—Es día de escuela y debo darle tutorías a Zayn —se excusa.

—Las tutorías son por las tardes y te he dicho que te traeré temprano.

— ¿Y las 12 es temprano? —enarca una ceja.

Wrecking || H. S ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora