Al primer minuto una tristeza me invadió. Al paso de las horas una angustia en mi pecho aumentaba. Cada vez más grande, cada vez más lejos. Esa angustia que no me deja dormir por las noches, la que me acompaña en cada momento, la que poco a poco se convertirá en mi compañera. Ahora todo me recuerda a ti. Cada momento o palabra que compartíamos se me torna en triste recuerdo, mientras esa misma angustia me supera. He pasado de sentirme tan dichosa a no saber qué hacer , dónde fijar mi rumbo , pues tú te encontrabas en cada rincón de mi vida. Así ha sido durante lo que para mi era una dulce eternidad aunque para ti haya sido sólo un nombre más que añadir a tu diario.
Yo creía que a las horas o a los días esto se me pasaría, pero semanas y semanas pasan y nadie está aquí conmigo. Has sido una pegatina que sostenía mi vida, que sostenía una maravillosa mentira, para luego despegarte tan fácil. Ahora que no estás conmigo siento que estoy vacía. Ese lugar antes bien sostenido por la pegatina amenaza con derrumbarse.
Escuece. Escuece mirar atrás. Pero más me escuece mirar hacia delante y saber que tú no estarás allí.
No comprenderías por lo que estoy pasando. Por lo que he tenido que pasar. Por lo que aunque me duela sé que pasaré. Tanta melodía le habías dado a mi vida que ni quería refugiarme en la música porque prefería mi realidad, pero ahora hasta a la música en la que me refugio le resulta imposible sacarme de ella.