Órganos

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El tenía el hígado podrido de tanto alcohol que bebía para olvidarla.
Ella tenía el corazón tan roto solo por él.
El tenía los ojos rojos de llorar.
Y ella tenía los ojos rojos de fumar, de trasnochar entre lágrimas, de estar muerta por dentro.

Pero ninguna droga, ni el alcohol, ni el tabaco, era tan buena como sus labios.
Solo esa droga hacia que no llorasen.

Cuando Me VayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora