Part One

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"Antojo"

Si quería un Tiramisú entonces ella misma tenía que conseguirlo.

Bridgette apretó los labios molesta mientras apuraba el paso. A pesar que su prominente vientre le dificultaba mucho la tarea, y a lo mejor se parecía a un pingüino embarazado, pero poco le importaba sinceramente en aquel momento.

Poso distraídamente su mano en su estómago, donde este ni siquiera le permitía mirarse ya los pies, y era bastante normal. Estaba comenzando su noveno mes y estaba próxima a la fecha.

Suspiro pesadamente al recordar porque estaba en aquel centro comercial.

Tikki y Plagg se asomaron del interior del cuello de su enorme abrigo, ocultos por la tela y su cabello suelto.

—Bri, vuelve a casa, por favor—sumplico la Kwami preocupada.

En cambio ella negó con terquedad.

—Muchacha, estas embarazada.

La joven resoplo ante el comentario de Plagg.

—No me había dado cuenta, gracias—murmuro hundiéndose más en su cálido abrigo. Le dolía los pies y la espalda a horrores pero aun así no se iba a rendir.

—Y todo por un dulce...—suspiro Tikki posando una patita en la frente.

La futura madre levanto la barbilla con decisión. No era culpa de ella que un sorpresivo antojo la consumió viva desde que despertó esa mañana. Por más que le suplico al Cheff; este se negó rotundamente ya que su dieta debía ser lo más equilibrada posible ya que estaba por dar a luz, y eran órdenes directas de su esposo, así que no pudo convencer al hombre a pesar que paso del gimoteo al de una banshee furiosa cuando se le negó su postre, pero el cocinero ni se inmuto a su cambio de humor, parecía que fuera familiar del chofer.

Esos hombres no tenían corazón.

Se había paseado por la habitación exasperada, más de una vez alguna de las empleadas intentaron recostarla ya que no era demasiado bueno para ella estar mucho tiempo de pie, porque podría ser increíblemente doloroso para sus articulaciones por ese enorme peso que llevaba.

Hasta intento convencerlas de que les diera una pequeña porción de dulce, pero ninguna pudo complacerla, se volvían automáticamente nerviosas y se miraban las espaldas como si de algún lado el joven Agreste pudiera salir de entre las sombras para sisear su furia.

Todo había sido inútil.

Así que decidió escaparse de la mansión y conseguir su Tiramisú por su cuenta.

No fue demasiado difícil esquivar a la servidumbre o a los guardias. Todos esos años como Ladybug le dio bastante ventaja en ser sigilosa, y conocía la ubicación de las cámaras de seguridad mejor que nadie.

Aunque debía de admitir que su abultado vientre le dificulto algo la tarea, hubiera salido mucho más rápido si no fuera difícil ocultar su estómago distendido. A Tikki casi le dio un ataque de histeria cuando salto un pequeñísimo muro que era más una tontería, y luego agarrado un taxi no muy lejos de allí, en cambio Plagg le aplaudió encantado su osadía.

Era tierno que su Kwami se preocupara tanto por su salud, pero a veces se ponía tan sobreprotectora como su propio esposo...

Estaba consiente que era una locura, pero de verdad está a punto de matar por un mísero trozo de ese delicioso dulce con sabor a café.

—Cuando Felix se entere...

Ella gruño por lo bajo irritada.

—No tiene por qué enterarse—le respondió a la pequeña criatura roja.

Dulces problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora