Un chico llamado Eriel, de unos 18 años, de tez pálida, rubio y con la estatura de 1'65, vivía con sus padres en un pequeño pueblo. Él era curioso aunque tranquilo y siempre muy amable con todos. Un día, iba caminando hacia su casa, de regreso de la escuela, era tarde. Cuando entonces vio algo raro esa noche. Parecía una sombra a la cuál ninguna luz alumbraba, le pareció curiosa, pero ya era demasiado tarde y debía volver a casa, por lo que no le dio importancia.
Lo que no sabía Eriel es que aquella sombra le perseguiría y cambiaría su vida completamente.
Al día siguiente era sábado, un encantador día para salir por la noche de fiesta o pasar una noche de karaoke. Eriel estaba yendo hacia el recinto, hasta que de repente sintió una mirada penetrante sobre él. Algo extrañado, miró a su alrededor y visualizó esa sombra por la que tanta curiosidad sentía, preguntándose una y mil veces si acercarse o no. Entonces una bocanada de aire le avispó, y decidió ser valiente y afrontar lo que sea que fuese o fuera de lo que se trataba. Estaba oscuro, hasta se podría decir que él, que era híper pálido, no se le veía siquiera con el brillo de la luna. Achinó sus ojos y fue ahí que se arrepintió de haberse acercado o tan siquiera haber pensado que esta vez la curiosidad no iba a matar al gato.
Vio el brillo de unos afilados colmillos y unos rojos ojos penetrantes incrustados en él. No podía correr, sus piernas estaban paralizadas por el miedo y su sangre fluía con rapidez por todo su cuerpo. No podía gritar, juraría en ese mismo instante que sus cuerdas vocales no estaban. La extraña sombra se acercó a él como la luz, comenzando a acariciar su cuello con una de sus frías manos y fue que en cuestión de segundos y sin poder evitarlo, notó como algo afilado se incrustaba en la piel de su cuello, no dándole tiempo a reaccionar debido al shock y sintiendo su cuerpo cada vez más y más vacío, más débil. Su mirada se nubló, cayendo así de rodillas al suelo y en un profundo sueño." " " Al día siguiente... " " "
Al despertar se encontraba en su habitación, ¿cómo fue eso? ¿Todo fue un sueño? Se levantó de la cama demasiado confundido, notando unas pequeñas punzadas en su cuello. Extrañado se miró al espejo y visualizó una pequeña marca que recordó haber vivido en su supuesto sueño. Se quedó mirándola durante unos segundos, preguntándose si era real o simplemente seguía dormido. Se pellizcó el brazo y unos golpes le sacaron de su trance, alarmándose y optando por tapar la marca con sus manos, respondiendo un —¿Q-quién es?— algo nervioso; a lo que al otro lado de la puerta escuchó un —Ya está listo el desayuno, cariño.— proveniente de su madre. Se vistió como normalmente solía hacerlo, con la excepción de que ese día se pondría una bufanda con la excusa de que anoche cogió frío. Bajó las escaleras, viendo a su familia feliz como todos los días; sólo que él ese día no lo estaba. Tomó asiento como todos los días en la mesa junto a sus padres, notando esa tensión como en las películas cuando no sabes qué decir; todo era muy surrealista, aunque claro, su madre rompió el silencio sepulcral y eso por una parte le asustó.
—Eriel, cariño, ¿quién era ese chico que te trajo anoche?—
Eriel dio un respingo de la silla, mirando a su madre atónito.
—¿E-ese chico?
Su madre rió con suavidad ante la reacción de su hijo, asintiendo.
—Sí, cariño, un chico te trajo anoche a casa puesto que te habías desmayado en la fiesta. ¿No era que tu amigo Zesh fue contigo?
Aún así, hijo, tienes que dejas de sobreesforzarte tanto en la escuela, podrías desmayarte de nuevo y no queremos que te pase nada... ¿Has comido algo anoche que te pudiese sentar mal?—Estaba totalmente anonadado, no sabiendo qué decir o qué hacer, por lo que decidió mentirle con un nudo en su garganta, no muy seguro de sus palabras, dispuesto a investigar por él mismo quién era aquella persona y el por qué le mordió. Sí era cierto que anoche había quedado con su mejor amigo Zesh, pero el susodicho no llegó ni siquiera a verle anoche.
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Amor prohibido
RandomEl moreno se levantó y se acercó al oído del contrario con un rápido movimiento, susurrando lo siguiente en este. -Mi nombre es Esteban, y necesito... Tu sangre.-